La parroquia latina se encuentra en estado de supervivencia sin acceder a la alimentación básica
“Nos falta todo”. Así de rotunda se muestra la hermana Nabila, directora de la escuela del Rosario de Gaza en declaraciones a La Croix. La religiosa lamente que “el mercado está vacío y no hay ayuda humanitaria”. Y es que la pequeña comunidad cristiana de este enclave palestino trata de sobrevivir de la guerra, la hambruna y las epidemias.
Y es que desde que se intensificaron los ataques, los cristianos en estado de supervivencia, algo que pueden hacer gracias a la ayuda de empresarios cristianos y de diferentes instituciones. Y es que la situación de hambruna ha hecho que el kilo de tomate pase de costar un euro a diez. Esta situación la comparten las casi 600 personas que viven en el recinto de la parroquia latina y las 300 de la vecina parroquia griega ortodoxa; pero ambas cerca de una zona de bombardeos.
La crisis es tan fuer que, señala el vicario parroquia, el padre Youssouf, que han “suprimido la misa de la tarde para ahorrar hostias”. “No tenemos más harina, no hay más harina de trigo”, denunciaba el párroco Gabriel Romanelli desde Jerusalén donde se encuentra bloqueado. Así, explicaba que “la comida ha sido racionada durante mucho tiempo y se ha eliminado la misa de la tarde para ahorrar hostias, hechas de forma casera, y vino” ya que no están pudiendo cocer pan y las familias se han alimentado con pan negro estos días. A esto se suma el aumento de enfermedades como la hepatitis. Varias instituciones cristianas intentan ayudar a esta comunidad como el propio Patriarcado Latino o la Misión Pontificia para Palestina en el caso de la parroquia ortodoxa griega, también Caritas y otros empresarios cristianos.