El Episcopado hizo un balance de la situación que se vive en el país en diferentes aspectos, destacando en primer lugar la crisis económica
Al concluir la CXXVII Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, efectuada del 26 al 29 de febrero de 2024, los obispos de ese país hicieron un balance de la situación actual en diferentes aspectos, y en esta reflexión negaron que como nación se encaminen a un mayor desarrollo humano integral.
Encabezados por su presidente, el obispo de Limón, Javier Román Arias, los obispos de Costa Rica aseguraron que hay evidencias de que el país no marcha decididamente hacia un mayor desarrollo humano integral.
Entre estas evidencias, está el hecho de que Costa Rica se haya consolidado como uno de los países más desiguales del mundo, tanto por la diferencia de ingresos entre personas como por el desarrollo humano comparativo entre los territorios del país.
Lamentaron: “Nuestro modelo de organización socioeconómica ha demostrado ser estructuralmente incapaz de reducir la pobreza de modo significativo. No se perciben medidas para paliar la pobreza”.
Aunado a ello -señalaron- la inversión social del país se ha ido desplomando aceleradamente, “en particular, con la reducción de la asignación que se ofrece a las organizaciones no gubernamentales para la atención a menores y personas de tercera edad, de las becas del programa Avancemos”.
Tras señalar que en orden al desarrollo humano integral es esencial el hábitat de las personas, el episcopado de Costa Rica denunció que hay muchas familias sin vivienda propia, o con deficiencias habitacionales que les impiden cubrir sus necesidades básicas.
Por si fuera poco -señalan- han aumentado los asentamientos informales en el país, en los que, además de condiciones de vulnerabilidad socioeconómica, existe un nivel muy alto de riesgo de desastres.
Y continuaron: “Por lo que atañe al bienestar económico de las familias, requiere especial atención la inédita salida del mercado laboral de decenas de miles de personas, aun cuando el indicador oficial refleja una reducción de la tasa de desempleo”.
“¡Es hora de una reactivación económica inclusiva y generadora de bienestar para todas las personas!”, apuntaron los obispos en su mensaje al pueblo de Dios.
Los obispos también expusieron otros temas que preocupan a la Iglesia, entre ellos, la injerencia de la ideología de género, así como el proyecto de exponer a los menores al cambio de sexo, y las presiones al tratamiento que realizan orientadores y psicólogos.
Les preocupa también el sector agropecuario, pues el país tiene una altísima dependencia de las importaciones para el consumo nacional; así como la ausencia de espacios de concertación social con presencia de los poderes del Estado y las entidades de la sociedad civil; las debilidades del sistema nacional de seguridad social, manifiestas en prolongadas listas de espera; el crecimiento de la violencia, y la penetración del narcotráfico en el país.
“Queda mucho por hacer. Estamos llamados a comprometernos en un auténtico desarrollo humano integral“, señalaron los obispos, no sin antes agradecer a los “ministros ordenados por su respuesta al Señor y por su entrega a las comunidades a las que son enviados; a los consagrados y consagradas, a los miembros de los consejos y a los agentes de pastoral; a los distintos grupos y movimientos que nos enriquecen desde su identidad y aporte a la misión, y a todos los fieles que viven su fe y expresan su compromiso con Costa Rica”.