En torno a una veintena de víctimas de abuso en el seno de la Iglesia se apostaron esta mañana en las puertas de la sede de la Conferencia Episcopal Española para ‘recibir’ a los obispos que, desde hoy y hasta el viernes se reúnen en Madrid para celebrar la Asamblea Plenaria de Primavera que, además elige al nuevo presidente que sucederá al cardenal Juan José Omella.
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“Queremos reivindicar nuestros derechos como víctimas y supervivientes de abusos y agresiones sexuales durante nuestras infancias y adolescencias”, señalan a través de un comunicado los convocantes de esta protesta, que aglutina, entre otras, a la Asociación Víctimas Abusos (AVA), la Asociación Nacional Infancia Robada (ANIR) y la Campaña Justice Initiative.
Indemnización y acompañamiento
Con esta premia, aquellos que han sufrido abusos de poder, de conciencia y sexual en algún espacio eclesial reivindican una vez más «reconocimiento, reparación, indemnización y acompañamiento». De hecho, no se quedan en un llamamiento abstracto, sino que exigen “inmediatez” en la toma de “medidas concretas” como trato individualizado, ayudas a las terapias, proactividad en las denuncias, así como crear una comisión de trabajo con presencia de las propias víctimas.
Al igual que han verbalizado en otra ocasiones, las víctimas presentes en la madrileña calle Añastro quisieron mostrar su “más absoluto rechazo a la actitud de pasividad que la jerarquía católica muestra con sus víctimas”. “Son incapaces de, más allá de una genérica y repetitiva petición de perdón, refrendar con hechos concretos su presunta que no materializada empatía hacia nosotros», dejan caer en su comunicado especial.
Informes cuestionados
Las quejas de estos colectivos no se quedan ahí: “Nos resulta inconcebible que los obispos españoles hayan contratado los servicios de un despacho de abogados, Cremades y Calvo Sotelo, para elaborar un informe sobre pederastia eclesiástica, y ese presunto informe que ha terminado siendo desacreditado por la propia Conferencia Episcopal”.
No dudan en acusar a los pastores españoles de “falta de consideración”, de “minimizar y negar” estos delitos en algún caso. “No somos fríos números», denuncian las víctimas, sabedores de que “detrás de estadísticas gélidas hay mujeres y hombres cuyas vidas, en muchos casos, siguen lastradas por el shock postraumático”.