El Pontífice ha explicado hoy por qué ha incidido tanto en este gesto durante los últimos años, y qué relación tiene esto con Santo Tomás de Aquino
Cada año desde que es Papa, Francisco ha acudido, el Jueves Santo, a una “periferia” de Roma –ya sean cárceles, centros de menores…– para encontrarse con las personas y, sobre todo, tener un gesto que para él es muy significativo: el del lavatorio de pies. Hoy, ha explicado por qué para él esto es tan importante en su mensaje enviado a los participantes en el taller ‘La ontología social y el derecho natural de Tomás de Aquino en perspectiva’.
“Queridos amigos, en estos años de mi pontificado he tratado de favorecer el gesto del lavatorio de los pies, siguiendo el ejemplo de Jesús, que en la Última Cena se quitó el manto y lavó uno a uno los pies de sus discípulos”, ha señalado. “El lavatorio de los pies es sin duda un símbolo elocuente de las bienaventuranzas proclamadas por el Señor en el Sermón de la Montaña y de su expresión concreta en obras de misericordia.
Con este gesto, el Señor quiso dejarnos: ‘un ejemplo para que también vosotros hagáis como yo os he hecho’ ( Jn 13,15)”, ha apuntado el Papa. De hecho, esto tiene su conexión con el propio santo Tomás de Aquino, quien señala que “con tan extraordinaria acción, Cristo “mostró todas las obras de misericordia (In Ioan.XIII)”. Y es que, tal como ha apuntado el Papa, “Jesús sabía que cuando se trata de inspirar el corazón del hombre, los ejemplos son más importantes que un río de palabras”.
En su mensaje, el Papa ha señalado que las ciencias sociales contemporáneas “abordan las cuestiones humanas y la búsqueda del desarrollo humano a través de una serie de enfoques y métodos que deben fundarse en la realidad irreductible y la dignidad de la persona humana”. Y, en este sentido, “Tomás supo aprovechar una rica herencia filosófica que interpretó a través de la lente del Evangelio, para afirmar que la persona, como ‘lo más noble que se encuentra en todo el universo’, es el pilar del orden social”.
Y es que Santo Tomás “defiende la dignidad y la unidad intrínsecas de la persona humana, que pertenece tanto al mundo físico en virtud del cuerpo como al mundo espiritual en virtud del alma racional”. “Esta capacidad innata de discernir y ordenar o disponer los actos hasta su fin último mediante el amor”, dice el Papa, “tradicionalmente llamada ‘ley natural’, no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios”.
“La confianza de Tomás en una ley natural escrita en el corazón del hombre puede así ofrecer ideas nuevas y válidas para nuestro mundo globalizado, dominado por el positivismo jurídico y la casuística, incluso cuando continúa buscando bases sólidas para un orden social justo y humano”, ha insistido el Papa.