El Papa ha recordado hoy que el sacramento de la Reconciliación “no es un gesto moralista, sino la resurrección del corazón”
La Parroquia San Pío V de Roma ha recibido esta tarde a un amplio número de fieles que han ido a celebrar, junto al papa Francisco, una Liturgia Penitencial para la Reconciliación que abre la iniciativa cuaresmal ’24 horas para el Señor’, promovida por el Dicasterio para la Evangelización y que se celebra cada año en las diócesis de todo el mundo, en vísperas del cuarto domingo de Cuaresma. En ella, además de presidir la celebración, el Pontífice ha tenido la oportunidad de confesar a varios de los asistentes.
En esta ocasión, el lema de la jornada es ‘Podemos caminar en una vida nueva’ (Rom 6,4), centrándose, así, en el objetivo puesto por el Dicasterio: llevar de nuevo el sacramento de la Reconciliación al centro de la vida eclesial. Un sacramento que, tal como ha subrayado esta tarde el Papa, “no es una práctica de devoción, sino el fundamento de la existencia cristiana”.
“No se trata de saber expresar bien los pecados, sino de reconocernos pecadores y arrojarnos en los brazos de Jesús crucificado para ser liberados”, ha continuado, subrayando que “no es un gesto moralista, sino la resurrección del corazón”. Por ello, Francisco ha animado a los fieles a “recibir el perdón de Dios”. “Y nosotros, que lo administramos”, ha dicho, refiriéndose a los sacerdotes, “sintámonos dispensadores de la alegría del Padre que encuentra a su hijo perdido”. “Perdonemos, queridos hermanos sacerdotes, y nos encontraremos de nuevo; concedamos siempre el perdón a quien lo pide y ayudamos a quien siente miedo a acercarse con confianza al sacramento de la curación y de la alegría”, ha aseverado.
Durante su homilía, el Papa ha reflexionado acerca del lema de la jornada. “Podemos caminar en una vida nueva: así escribió el apóstol Pablo a los primeros cristianos de esta Iglesia de Roma. Pero ¿cuál es la nueva vida de la que habla? Es la vida que nace del Bautismo, que nos sumerge en la muerte y resurrección de Jesús y nos hace hijos de Dios para siempre, hijos de la resurrección destinados a la vida eterna, orientados hacia las cosas de arriba”, ha explicado. “Es la vida que nos lleva adelante en nuestra más verdadera identidad, la de ser hijos amados del Padre, para que cada tristeza y obstáculo, cada esfuerzo y tribulación no puedan prevalecer sobre esta maravillosa realidad que nos fundamenta”.
Asimismo, el Papa ha recordado que san Pablo asocia un verbo a la vida nueva: caminar. “Por tanto, la vida nueva, iniciada en el Bautismo, es camino. Y después de muchos pasos en el camino, tal vez hayamos perdido de vista la vida santa que fluye dentro de nosotros: día tras día, inmersos en un ritmo repetitivo, atrapados en mil cosas, aturdidos por tantos mensajes, buscamos satisfacción en todas partes. y novedad, estímulos y sensaciones positivas, pero olvidamos que ya hay una vida nueva que fluye en nuestro interior y que, como brasas bajo las cenizas, espera arder y iluminarlo todo”, ha dicho.
En este sentido, la forma de “retomar el camino de la nueva vida Es el camino del perdón de Dios”, porque “el perdón divino hace precisamente eso: nos hace nuevos”. “Nos limpia por dentro, haciéndonos volver a la condición del renacimiento bautismal: hace correr de nuevo en el corazón, seco por la tristeza y empolvado por los pecados, las aguas frescas de la gracia; quita la ceniza de las brasas del alma, limpia esas manchas internas que nos impiden confiar en Dios, abrazar a nuestros hermanos, amarnos a nosotros mismos. Esto es lo que hace el perdón de Dios: nos devuelve la vida y una nueva vista”, ha asegurado Francisco.
Y esto, ha dicho, “Él lo quiere, porque nos quiere renovados, libres y ligeros por dentro, felices y en movimiento, no estacionados en los caminos de la vida”. “Él sabe lo fácil que es para nosotros tropezar, caer y quedarnos abajo, y quiere levantarnos de nuevo”, ha concluido el Papa. “No lo entristezcamos, no pospongamos el encuentro con su perdón, porque sólo si Él nos pone de nuevo en pie podremos retomar el camino y ver la derrota de nuestro pecado, cancelado para siempre”.