Entrevistas

Isabel Gómez-Acebo: “En la colaboración de los sexos la Iglesia tiene mucho que ganar”

  • La reconocida teóloga es autora de una biografía novelada sobre Dorothy Day, figura pionera del catolicismo estadounidense
  • “La Iglesia ha dado algunos pasos en defensa de las mujeres, pero nunca son suficientes por el machismo”, lamenta ella





El martes 5 de marzo, aprovechando la celebración esta misma semana del Día Internacional de la Mujer, la teóloga Isabel Gómez-Acebo presentaba en la parroquia madrileña de San Carlos Borromeo su libro ‘Perseguida por el amor’ (Ediciones Mensajero, 2023), una biografía novelada de Dorothy Day (Nueva York, 1897-1980). Un retrato del compromiso por la paz y la justicia de la protagonista, pionera en la defensa de los más desvalidos de la sociedad de su época, cuya rica personalidad y sus firmes convicciones resultan inspiradoras para tantas mujeres de nuestro tiempo.



PREGUNTA.- ¿Qué podemos aprender hoy de Dorothy Day en el seno de nuestra Iglesia y en la sociedad en general?

RESPUESTA.- Dorothy fue una pionera en cuanto a su preocupación por los desvalidos de la sociedad: los negros, los sin techo, los presos, los judíos, las sufragistas y los huelguistas por causas razonables, cuando sus problemas no estaban en la agenda ni de la Iglesia ni de muchas sociedades incluso estaban mal vistos. También levantó su voz contra las guerras que nunca encontró justas. Simplemente, imitarla sería lo mejor pudiéramos hacer.

Pocas y poco conocidas

P.- ¿Faltan mujeres tan “militantes” como ella en su radicalidad evangélica para que se opere un cambio profundo en la estructura y usos de la Iglesia?

R.- Creo que las hay, aunque son pocas y como no mandan en la estructura de la Iglesia no se conocen sus trabajos teológicos ni sus aportaciones en pro de las personas más desfavorecidas. En la medida que se escuchen sus voces y se les otorguen medios, la Iglesia avanzará por el camino al que fue llamada.

P.- ¿Confía en que las propuestas de “desmasculinización” de la Iglesia emprendidas por el papa Francisco lleguen a buen puerto?

R.- Soy escéptica en la medida que veo la poca recepción que han tenido esas propuestas en la jerarquía de la Iglesia, que es la que tiene que realizar los cambios necesarios. A las mujeres nos toca seguir reclamando derechos para que nos caigan algunas migajas de la mesa presidencial con las que en algún momento podamos formar un gran pan para repartir.

Machismo y clericalismo

P.- ¿Cuesta más erradicar el machismo en nuestras sociedades o el clericalismo de la Iglesia? ¿Podría hacer más la Iglesia para combatir la violencia machista?

R.- La institución eclesial forma parte de la urdimbre de la sociedad y se ve amenazada por los mismos vicios que esta. Desde mi juventud, en que a las mujeres casadas se les recomendaba aguantar palizas en aras de la familia, la Iglesia ha dado algunos pasos en defensa de las mujeres, nunca suficientes por el machismo que impera en nuestras sociedades. No ayuda en su labor la imagen que tiene la institución tras la pedofilia sacerdotal y la necesidad de que su jerarquía sea exclusivamente masculina. Tiene que cambiar algunos vicios que llevan siglos y que retrasan su acción.

P.- ¿Cómo viviría Dorothy hoy ciertos posicionamientos de la Iglesia y el Episcopado de su país, claramente contrarios a este pontificado y a todo lo que suene a Vaticano II?

R.- Seguiría siendo una ferviente católica, pero alzaría la voz contra lo que consideraba errores eclesiásticos. Formó parte de un piquete que pedía aumento de sueldo ante la propietaria del cementerio que era la diócesis neoyorquina y criticó al cardenal Spellman cuando aseguró que las tropas Estados Unidos eran las tropas de Dios en Vietnam. Cuando era joven se apartó de la Iglesia al considerar que no hacía lo suficiente por los pobres que consideraba era la misión principal de los seguidores de Cristo ya que veía su rostro en ellos.

La ética del cuidado

P.- ¿Qué pueden aportar las mujeres de Iglesia a la actual, y ya imparable “revuelta feminista”?

R.- La sociedad está compuesta por hombres y mujeres y en la colaboración de los sexos la Iglesia tiene mucho que ganar. Algunos teólogos han achacado a los laicos ser el león dormido y parece que en este caso son las leonas las que se han despertado. A las mujeres tradicionalmente se nos dedicó a la ética del cuidado y si la “revuelta” pudiera introducir esta manera de ser en la Iglesia con que no hiciera nada más, sería dar un gran paso. Cuidar de los otros, de los más vulnerables, de los niños, de los ancianos y estar siempre ahí para quien nos necesite sin mirar el interés de la Institución, sino el de la persona concreta.

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