“La realidad golpea hoy a la puerta de nuestra Ciudad, a la puerta de nuestras casas, a la puerta de nuestros corazones y lo hace así, de este modo tan tremendo, tan brutal, donde deja familias destrozadas, familias llenas de dolor, como las familias de estos hermanos nuestros Héctor, Diego, Bruno, Marcos, César… Jimy, o el taxista de San Lorenzo”. De esta manera, se refería el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín, en una Misa en la que pidió por la paz, y el consuelo para los familiares de las víctimas de la violencia que está viviendo en esa jurisdicción.
Cree que este escenario muestra una violencia irracional, inhumana, que deja a cualquier rosarino petrificados o impotentes porque puede ser blanco de esta violencia. Agregó que esta “violencia casi diabólica”, quiere paralizar, detener y lograr terror en la ciudad. Se preguntó, entonces, qué habrá en el corazón de esta gente; el deseo de venganza o de revancha; de maldad; esta violencia brota de las tinieblas, no de la luz.
“Queremos mirar con fe la realidad, con la fe de Cristo, y Cristo no vino a matar sino a morir, a dar la vida”, aseveró. Jesús paga por nuestros pecados, pero también por estos crímenes; sigue crucificado en cada uno de los que han muerto y en sus familias, enfatizó el arzobispo. Agregó que en Él se encuentra la fuerza y la unidad, el compromiso para trabajar por el bien, por la justicia, por la paz, para no dejarse amedrentar.
“El mal no vencerá, de que el mal no tiene la última palabra, que la última palabra la tiene el bien, la tiene Dios sobre el mundo y sobre la vida, la última palabra es misericordia, la última palabra es vida, no muerte. Esta es nuestra fe. Por eso nos podemos levantar aún en medio del dolor y seguir caminando”, pidió Martín.
El titular de la arquidiócesis pidió rezar:
Comentó que al hablar con la viuda del taxista, ella le dijo que, junto a sus hijos, rezan por los que mataron a su esposo, porque Jesús también derramó su sangre por ellos. “Solo la fe, solo por la fe, por tener a Dios en el corazón se puede tener esta grandeza de ánimo porque la venganza no lleva a ningún lado, solo el perdón, solo el amor es lo que salva el mundo”, afirmó.
¿Qué podemos hacer nosotros? se preguntó Eduardo Martín, y consideró que, en este tiempo de cuaresma, se puede abrir el corazón de modo sincero a Dios, de modo confiado, para que Él entre en nuestras vidas y pacifique las familias, que no haya heridas, ni gritos, ni peleas.
Pacificar los barrios, comprometerse por el bien común y la justicia. Sembrar paz y la paciencia como símbolo de fortaleza, son algunas de las propuestas del pastor.
Asimismo, el arzobispo se refirió a las autoridades que el pueblo ha elegido para garantizar la seguridad y la paz. A ellas les pidió estar unidos en la lucha contra esta violencia injusta e irracional, “dentro de las leyes y dentro del respeto de la dignidad de las personas. Nunca excediéndose. Siendo firmes, inteligentes… siempre dentro de lo que es el derecho”.
Recordó que desde hace unos años viene reclamando una decisión política a nivel nacional, provincial y municipal. Dijo que esto no se resuelve solos y necesitan “de ese compromiso serio y profundo contra el crimen organizado y la violencia que nos asola”. Rogó para que las autoridades puedan desentrañar de dónde viene esta violencia, y para que Dios les de templanza y firmeza en la búsqueda del bien y la defensa de la vida de los rosarinos.
Finalmente, aludió a la figura de la Virgen María, que estuvo al pie de la cruz de Jesús, y hoy de las familias que han perdido a sus seres queridos en la ciudad. “Recurrimos a ella con confianza e imploremos que Ella que intercediendo ante su Hijo Jesús nos traiga la paz“.