En un mensaje a los participantes del III Congreso Latinoamericano del CEPROME, Francisco pidió “comprender” por qué esas personas son incapaces “de relacionarse con los demás de forma sana”
El papa Francisco hizo un llamado para que “en orden a la prevención”, se ponga la mira hacia “erradicar las situaciones que protegen a quien se escuda en su posición para imponerse al otro de forma perversa, pero también a comprender por qué es incapaz de relacionarse con los demás de forma sana”.
El Santo Padre dirigió un mensaje que fue leído a los participantes del III Congreso Latinoamericano del Centro de Investigación y Formación para la Protección de Menores de Latinoamérica (CEPROME) bajo el título ‘Vulnerabilidad y abuso: Hacia una mirada más amplia de la prevención’, que tiene lugar en la ciudad de Panamá, del 12 al 14 de marzo.
En ese sentido, el Papa dejó en claro que “no puede ser indiferente la razón por la que algunos aceptan ir contra la propia conciencia, por temor, o se dejan engatusar con falsas promesas, sabiendo en el fondo de su corazón que están en el camino equivocado“.
Por ello, señaló que “humanizar las relaciones en cualquier sociedad, también en la Iglesia, supone trabajar con denuedo para formar personas maduras, coherentes, que, firmes en su fe y en sus principios éticos, sean capaces de afrontar el mal, dando testimonio de la verdad con mayúsculas”.
Y advirtió que “una sociedad que no esté basada en esos presupuestos de entereza moral será una sociedad enferma, con relaciones humanas e institucionales pervertidas por el egoísmo, la desconfianza, el miedo y el engaño”.
Al enviar su saludo a los organizadores y participantes del congreso promovido por el CEPROME, encomendó al Señor sus trabajos para seguir avanzando en la “erradicación de la lacra de los abusos en todos los ámbitos de la sociedad”.
Recordó que en el encuentro que sostuvo el pasado 25 de septiembre con una delegación del CEPROME, “evidenciaba el compromiso de la Iglesia por ver en cada una de las víctimas el rostro de Jesús sufriente. Pero, al mismo tiempo, la necesidad de poner a sus pies ‘el sufrimiento que hemos recibido y causado’, pidiéndole por ‘los pecadores más infelices y desesperados, por su conversión, para que puedan ver en el otro los ojos de Jesús que les interpelan'”.
En esa ocasión -añadió el Papa- “los invitaba, y los invito también hoy, a ver esta problemática con los ojos de Dios, a entablar un diálogo con Él. Esa mirada divinizada puede ayudar a nuestra comprensión de la vulnerabilidad, pues el Señor ha sacado ‘fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad su propio testimonio'”.