“Por favor, perseveremos en ferviente oración por quienes sufren las terribles consecuencias de la guerra. ¡Muchos jóvenes, muchos jóvenes van a morir! Oremos al Señor para que nos dé la gracia de superar esta locura de la guerra que siempre es una derrota”. Así ha concluido el papa Francisco la audiencia general de este miércoles en la plaza de San Pedro.
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Una vez más, la catequesis, sobre las virtudes, ha sido leída por Pierluigi Giroli, de la Secretaría de Estado. “El origen de la palabra ‘virtud’ nos remite a la fuerza y a la valentía, y también a la capacidad de disciplina y de ascesis”, ha comenzado diciendo.
“La constancia y la disponibilidad para hacer el bien son propiedades del ser virtuoso, de modo que nuestros actos no sean casuales e improvisados, sino fruto de un ejercicio y entrenamiento que conlleva esfuerzo y sacrificio, para que esas disposiciones se conviertan en un hábito”, ha añadido.
El don de la sabiduría
Según sus palabras, “podemos decir que la virtud es un bien que nace de una lenta maduración de la persona, hasta convertirse en una de sus características interiores”. “El primer auxilio que recibimos para que esto sea posible es la gracia de Dios, que trabaja en nuestro interior por medio del Espíritu Santo”, ha aseverado.
En su saludo a los peregrinos de lengua española, ha pedido “al Espíritu Santo el don de la sabiduría para que nos ayude a tomar decisiones y a ejercitar las virtudes, orientando nuestra vida por el camino del bien”.