La renuncia Ariel Henry, primer ministro de Haití, y la grave denuncia de Max Leroy Mésidor, presidente de la Conferencia Episcopal de Haití y arzobispo de Puerto Príncipe, ante una inminente “guerra civil”, no ha dejado indiferentes a obispos y vida religiosa del continente.
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Desde el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) han suscrito una carta a sus hermanos del Episcopado haitiano – dirigida a Mésidor – para expresar su cercanía y solidaridad por “la crisis social, alimenticia y de seguridad que está atravesando ese querido pueblo”.
Se han mostrado dispuestos a brindar su apoyo y son todo oído ante las peticiones que puedan hacer, porque “esta preocupación es compartida en toda nuestra Iglesia de América Latina y el Caribe”.
“Seguimos implorando a Dios y confiamos en que el Señor de la historia, que siempre escucha el clamor de su pueblo, abrirá las mentes y corazones de aquellos que deben tomar las decisiones para alcanzar la paz y el bien común”, indicaron.
No permanecer indiferentes
Por su parte, la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as (CLAR) reiteró su apoyo “a la Vida Religiosa que peregrina en Haití” toda vez que los acompañan en oración y destacaron su compromiso con la construcción del Reino “en medio de la difícil situación”.
“Valoramos sus esfuerzos por permanecer como sembradores de paz y guardianes de la esperanza”, destacaron al tiempo que abogan por el cese de la violencia y “se recupere la institucionalidad, que haga posible la democracia y el respeto de los derechos”.
Hicieron un llamado a las religiosas y religiosos de América Latina a no permanecer indiferentes frente a la situación de Haití para “visibilizar en los distintos rincones del continente el sufrimiento de nuestros hermanos”.
La CLAR ha insistido que la única vía de superar esta crisis política es la reflexión y el diálogo. Además de “propiciar medios que hagan posible la reconciliación”, por supuesto, el llamado es “a orar insistentemente” por el pueblo haitiano.
Foto: Shutterstock