En el quinto domingo de Cuaresma y con la vista puesta ya en el Domingo de Ramos, el papa Francisco invitó esta mañana a los católicos a redescubrir que la cruz de Jesús no es “una derrota” ni “un fracaso”, sino manifestación de “la gloria de Dios”. Fue la idea que vertebró su reflexión durante el rezo del ángelus que dirigió desde el apartamento papal de los Palacios Apostólicos.
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A los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, les explicó que “la gloria, para Dios, no corresponde al éxito, a la fama o a la popularidad humana”. “No tiene nada de autorreferencial, no es una manifestación grandiosa de poder seguida de aplausos del público”, remarcó el Papa, que insistió en cómo “para Dios la gloria es amar hasta dar la vida”. O en otras palabras, “glorificarse, para Él, significa darse, hacerse accesible, ofrecer su amor”.
Don y perdón
Por eso, la Cruz se ha de interpretar, en palabras de Jorge Mario Bergoglio, como el lugar “donde Jesús desplegó al máximo el amor de Dios, revelando plenamente su rostro de misericordia, dándonos vida y perdonando a sus crucificadores”.Es más, el Papa llegó a definir la Cruz como “Cátedra de Dios” que está hecha de “don” y de “perdón”.
Como es habitual, el pontífice dejó para la meditación dominical unas preguntas: “¿Cuál es la gloria que deseo para mí, para mi vida, que sueño para mi futuro? ¿Para impresionar a los demás con mis habilidades, mis habilidades o las cosas que poseo? ¿O el camino del don y del perdón, el de Jesús Crucificado, el camino de quien no se cansa de amar, confiado de que esto da testimonio de Dios en el mundo y hace brillar la belleza de la vida?”. Francisco respondió con un sencillo consejo: “Cuando damos y perdonamos, la gloria de Dios brilla en nosotros”.
Después de rezar el ángelus, Francisco invitó a toda la Iglesia a redoblar su oración en favor de la paz y puso en primer plano los conflictos abiertos en Ucrania y Siria. Además, se felicitó por la liberación de un grupo de religiosos en Haití, pero a la vez reclamó que se dejen libre tanto a los otros dos consagrados secuestrados como a otros tantos ciudadanos que están privados de libertad. “Invito a todos los actores políticos y sociales a que abandonen sus intereses y comprometerse por el bien común apoyando una transición serena”, enfatizó el Papa.