El 11 de marzo comenzó el Ramadán para los 2,4 millones de musulmanes que viven en España (representan el 5% de la población), de los que casi la mitad son españoles. En este mes se conmemora la revelación a Mahoma de los primeros versos del Corán. Por ello, la comunidad musulmana trata de purificar su alma, fomentar más la oración (cinco rezos diarios), la lectura de los textos sagrados y la caridad.
Durante este periodo, que concluirá el 9 de abril, los fieles deben abstenerse de beber, comer, fumar, realizar actos inmorales, enfadarse y mantener relaciones sexuales hasta que caiga el sol. Es en ese entonces cuando rompen el ayuno (‘iftar’), al que están invitados quienes comparten vida con ellos más allá de su fe.
El mercedario José Ignacio Postigo vive con otros dos frailes en Valladolid en una comunidad que atiende a nueve chicos senegaleses –todos musulmanes de entre 18 y 22 años– que han llegado a España en patera. La experiencia interreligiosa la viven a diario. Para el religioso, “la experiencia de tolerancia siempre es positiva tanto en sus fiestas como en las nuestras. En Navidad, por ejemplo, algunos de ellos, aunque no entienden mucho del cristianismo, acuden a las celebraciones por la alegría de los villancicos”. Por su parte, este primer día de Ramadán partieron juntos el ayuno y “cuando este acaba preparamos el salón grande y vienen los 13 chicos de los otros dos pisos de semi autonomía que tenemos para compartir el rezo y hacer el ‘Eid al-Fitr’ –Fiesta de la ruptura del ayuno–”, indica.
Desde Gran Canaria, la salesiana Ana María Cabrera, directora de la Fundación Canaria Main, también ha iniciado el Ramadán con una gran comida con los chicos y chicas de los cinco pisos de ex tutelados que la congregación tiene en la isla. “Siempre buscamos los paralelismos entre las dos religiones para ver lo que nos une en la fe. En este caso es fácil porque coincide con la Cuaresma. Nosotras les explicamos que también vivimos un tiempo de purificación”, explica la religiosa andaluza, que ve en el Ramadán una expresión de “la religiosidad popular” como la que se vive en Andalucía durante la Semana Santa. Durante ese mes seguirán compartiendo la vida hasta que el 9 de abril vivan el ‘Eid al-Fitr’, en el que “les preparamos cordero, porque para ellos es un manjar y muy simbólico. Así que hacemos una gran comida con todos los pisos”.