La ONG jesuita lamenta en el III Foro Humanitario Europeo que, pese a su importancia, solo recibe “el 4% del presupuesto humanitario global”
Entre este lunes 18 de marzo y mañana, día 19, Bruselas está acogiendo el III Foro Humanitario Europeo. Una cita que no ha querido perderse la ONG jesuita Entreculturas, que ha participado con una conferencia que se ha titulado ‘Escuelas en crisis’ y en la que, contando con varios expertos locales, han reflexionado sobre “los retos del derecho a la educación en las crisis prolongadas de Venezuela y Colombia”.
Desde el punto de partida de que la escuela, además de un puntal clave en la promoción de la persona a través de una educación integral y de calidad, es también un espacio esencial para proteger a los alumnos en contextos marcados por la violencia o la exclusión, la entidad eclesial ha clamado con fuerza sobre la necesidad de que “la comunidad internacional devuelva el peso a la educación en emergencias en un momento donde más de 78 millones de niños y adolescentes que se ven afectados por crisis humanitarias se encuentran fuera de las escuelas”.
Macarena Romero, técnica de Incidencia Política de Entreculturas, ha reiterado en su intervención que “la educación es un mecanismo que salva vidas”, por lo que “debe garantizarse en cualquier situación o crisis”. Con todo, si bien es constatable que su promoción “es clave para invertir en paz, estabilidad y crecimiento económico”, la realidad es que “es uno de los ámbitos que menos fondos humanitarios recibe, percibiendo menos del 4% del presupuesto humanitario global entre 2016 y 2022”.
Milena Sinisterra, coordinadora de la Oficina del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) Colombia en el Valle del Cauca, ha explicado que “los períodos de crisis vividos han contribuido al aumento de la deserción escolar, al obligar a las comunidades a desplazarse de sus territorios para evitar que sus niños y niñas sean reclutados por grupos armados”.
Por su parte, la realidad de Venezuela ha sido expuesta por Yaika Weber, gerente de Servicios Educativos de Fe y Alegría en Caracas, y Álex Ríos, director de la Escuela Ramón Paz Ipuana, en La Guajira. Como ha reivindicado la primera, el camino es “trabajar para que la educación sea de calidad, relevante y culturalmente adecuada” para las comunidades afectadas por la crisis humanitaria, “utilizando un enfoque de desarrollo de habilidades prácticas que sean útiles en cada contexto”.
Andrea Koulaimah, directora del Departamento para la Ayuda Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO), ha sido clara al defender que, “si preguntas a cualquier niño o a cualquier padre o madre en un contexto de crisis cuál es la primera necesidad que tiene, te dirá que la educación”.
Paula de Diego Rincón, directora adjunta de la Unidad de Prevención y Evaluación de la Oficina de Acción Humanitaria de la AECID, ha recalcado que “es una realidad que la educación en situaciones de emergencia no cuenta con fondos suficientes” en España. Un déficit que nuestro país quiere revertir con los medios necesarios para ello: “Queremos seguir aumentando nuestra financiación y nuestro presupuesto”.
Arnout Mertens, director internacional de Programas e Innovación de Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), ha puesto la mirada en las personas desplazadas y refugiadas. Si ya de por sí sufren el desgarro de tener que abandonar su hogar, necesitan aferrarse a un acceso real a una educación “que les cure, con la que aprendan y desde la que puedan determinar su propio futuro”.
Asunción Taboada, responsable de Acción Humanitaria de Entreculturas, concluyó enfatizando que “estas experiencias demuestran que la educación en contextos de emergencia debe ser reconocida como una fuente de seguridad, transformación y cambio global al dar oportunidades de futuro al alumnado, al profesorado y a las familias afectadas por las crisis”.