El obispo Ricardo Araya resaltó que pastoreó en un tiempo que no fue más fácil que el actual y que supo no ganarse enemigos
“Jesús a través de santos pastores, sigue siendo el único Pastor de su pueblo”. Así se expresó el titular de Cruz del Eje, Ricardo Araya, en el nuevo aniversario por el nacimiento de San José Gabriel del Rosario Brochero, patrono del clero argentino.
El obispo presidió la celebración dedicada al cura gaucho, junto al vicario general, Hugo Rizzo, y a Luis Zalazar, rector del Santuario, y durante la homilía reconoció que Brochero pastoreó una porción de la Iglesia en Argentina, en las sierras de Córdoba del siglo XIX. en una época que no fue más fácil que la actual.
A 184 años del nacimiento del santo, Araya valoró que Brochero hay sabido acompañar la fe de los serranos. Fue el quien plantó, regó y esperó que Dios permitiera crecer aquellos frutos: “eso es acompañar”, afirmó.
Más allá de las hermosas historias de antes y de ahora que se puedan compartir sobre el cura cordobés, manifestó que Brochero es un santo y encarnó un tipo de santidad vinculado a su vida, la santidad de un cura gaucho.
“La fe había sido regalada por Dios en el bautismo a sus bisabuelos y tatarabuelos. Ellos la habían mantenido en medio de la pobreza, las penurias, las contradicciones y los propios pecados”, especificó el obispo. Luego, agregó que Brochero fue un verdadero peón, un trabajador, un arriero por estos campos de Dios, quien espera obreros para la cosecha.
Posteriormente, el titular de Cruz del Eje enumeró las características que marcaron el trabajo pastoral del santo.
Como sacerdote no se cansó de predicar el Evangelio y celebrar sacramentos. Salió de la sacristía y nombró bautizadores en los lugares más escondidos de su parroquia. Edificó capillas y favoreció el compromiso de los vecinos en esas capillas. Además, supo mantener catequistas en las escuelas.
Respetó a las autoridades; golpeó puertas y los corazones duros de los dirigentes acostumbrados a llevar el progreso a otros lugares. Pidió el indulto para presos, en tiempos en que la sociedad era “incapaz de reinsertar a quienes se habían equivocado fiero”.
También realizó una gran tarea en lo social: trazó caminos para favorecer la cercanía y progreso porque “los caminos están hechos para encontrarse”, aseguró. Tomó partido en asuntos concretos que afectaban al bien común, sobre todo el bien de los olvidados que nadie ve. Supo cuidar paternalmente tanto a los más pobres, como a los más pudientes.
Promovió a la mujer de la sierra, sin paternalismo no autoritarismo
El obispo destacó que supo no ganarse enemigos; pidió perdón, volvió a conversar; sin polarizar, sin dividir ni echar culpas, era un santo capaz de comunión.
“Brochero creció con su gente, porque se hizo como ellos, se encarnó en su cultura. Creció como pastor con su gente”, destacó Araya. Y agregó: “encarnó un modelo de santidad criollo y serrano que hoy embellece la santidad de la Iglesia toda”.
Finalmente, el obispo ratificó que este estilo de santidad necesita nuevos protagonistas, mujeres y hombres brocherianos hasta los huesos, hasta la médula. ¿Quién se anota? ¿Nos anotamos?, preguntó.