El Papa inauguró oficialmente su ministerio como obispo de Roma en la Plaza de San Pedro el día de san José
La “custodia” de Jesús que hizo san José desde su papel en la Sagrada Familia fue el eje de la homilía del papa Francisco en la misa de inicio de su pontificado, el 19 de marzo de 2013, hace ahora once años ante una Plaza de San Pedro llena para escucharlo. Y una idea insistente: el “servicio humilde, concreto, rico de fe” como guía para el ministerio petrino.
“Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz”, expresó Francisco en su homilía.
Y en varias ocasiones insistió: “Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados”.
Ya en el pedestal destinado a la eucaristía, el fallecido cardenal protodiácono, Jean-Louis Tauran, le impuso el palio de lana de oveja que simboliza el cuidado del pastor de la Iglesia para con sus ovejas. Acto seguido, el entonces decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, le entregó el anillo del pescador, símbolo del poder del sucesor de Pedro. Y seis cardenales cumplieron el rito de la obediencia en representación de los demás. Pese a ser una celebración solemne del inicio de un papado, la celebración mantuvo las lecturas propias de la festividad de San José.
Francisco comenzó su homilía explicando la labor de custodio de san José como la característica principal de las lecturas, una misión que se “alarga a la Iglesia”, dijo, citando a Juan Pablo II. La discreción, la humildad y el silencio son las principales cualidades del santo que se celebraba en esta misa de inauguración del pontificado.
Por extensión, los cristianos y la Iglesia tienen que “responder a la llamada de Dios con disponibilidad y prontitud” para “guardar a los demás y salvaguardar la creación”, dijo el papa, que mencionó en ese momento a san Francisco de Asís, el patrón de la naturaleza y “santo de los pobres” por el que Bergoglio ha tomado este nombre para su ministerio petrino.
“La vocación de custodiar no solo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos”, dijo Francisco.
La custodia también debe dirigirse a “los más frágiles”, la vida en familia, la sinceridad en la amistad, ya que cuando el hombre falla en esta responsabilidad, “gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido”. “En todas las épocas de la historia existen ‘Herodes’ que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer”, agregó el Papa.
Hacia el final, el Papa se refirió a aquellas personas con “puestos de responsabilidad en el ámbito político, económico o social”, a los que también pidió que fueran “custodios de la creación” y “guardianes del otro”.
También desde un punto de vista interior, Francisco llamó a vigilar los sentimientos, a prevenirse contra “el odio, la envidia, la soberbia” que “ensucian la vida”, para seguir con una exhortación a la bondad. “No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura”, explicó.
Las labores del nuevo obispo de Roma, en definitiva, son para Francisco las de “abrir los brazos para custodiar al Pueblo de Dios” y “acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres”.