La expansión del crimen organizado en el país y las graves secuelas que provoca motivan su fuerte llamado
En una columna de opinión del portal ‘El Libero’, el arzobispo de Santiago y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Fernando Chomalí, describe una “situación política y social muy compleja y deplorable” en el país, que exige acción pronta y eficaz. “En estos momentos urge un gran acuerdo nacional para darle atajo a esta situación o iremos de mal en peor. Todos los actores políticos, sociales, empresariales y líderes religiosos estamos llamados a tomar acuerdos para que el rumbo de Chile sea el de la seguridad y la prosperidad”, propone Chomalí.
“El crimen organizado acampa en Chile y se mueve como en su casa impunemente. Se siente muy a gusto con la “trilogía mortal”: deserción escolar, armas a destajo y tráfico de drogas. El retroceso que ha significado en lo humano, familiar y social, las escuelas cerradas en el norte y la pauperización de la educación pública es difícil de cuantificar. Desde el punto de vista económico para ellos, sus familias y el país, sin duda, esta situación sólo acarreará más pobreza”, señala el arzobispo.
Agrega que “el crimen organizado no valora la dignidad del ser humano. No respeta la ley y menos a Dios. Tiene claro sus objetivos perversos y actúa sin piedad. Cada día aparece un cuerpo cercenado, descuartizado, y lo peor, es que nos estamos acostumbrando”. Los más perjudicados son los más pobres, víctimas de esta situación.
Denuncia que este escenario es rechazado por chilenos y extranjeros que viven en Chile. “Escucho quejas todos los días desde amplios sectores de la población. Si hay algo que tiene la Iglesia es una gran capilaridad en la sociedad lo que le permite escuchar ampliamente la voz de las personas, la gran mayoría sin voz, y la posibilidad de traspasar estos gritos de angustia a los centros de decisión que quieran escucharlas. La desesperación es grande; el daño que se está haciendo al país es inmenso; y, si no se pone atajo, es irreversible”, denuncia Chomalí.
“El Estado tiene el deber de actuar a todos los niveles para terminar con este flagelo y ahora. Mañana será tarde. Las personas que disponen de recursos están mirando para el exterior. Cientos de miles de millones de dólares han salido del país por la desconfianza que les produce este clima de inseguridad a los inversionistas. A la debacle social y política se sumará la económica. Y cuando las personas ven el pan de la mesa amenazado para sus familias no trepida en hacerse sentir. A ello se le suma un ambiente político muy complejo, fraccionado, desorientado y sin proyectos de país claros y convincentes que generen consensos”, continúa.
A continuación dice percibir a los políticos “con la vista puesta en las elecciones presidenciales en dos años más que en la dramática situación que viven millones de chilenos que con el sudor de su frente llevan el pan a la mesa”. Afirma que “esa distancia que media entre los responsables de los destinos del país y la vida diaria de nuestros compatriotas en el trabajo, la familia y la salud, entre otros, irrita y desencanta”.
Agrega que “desalienta ver cada día un escándalo más de corrupción protagonizado por quienes están llamados a custodiar los bienes públicos para promover el desarrollo integral de las comunas”.
Señala el aumento de la desesperanza y que no son “tiempos para optimismos ingenuos, ni tampoco para pesimismos estériles”.
“En estos momentos urge un gran acuerdo nacional para darle atajo a esta situación o iremos de mal en peor. Todos los actores políticos, sociales, empresariales y líderes religiosos estamos llamados a tomar acuerdos para que el rumbo de Chile sea el de la seguridad y la prosperidad”.
“Hoy es el momento de decisiones valientes y creativas donde todos participemos con gran magnanimidad y generosidad. La Iglesia, por su parte, reza incesantemente por Chile y sus habitantes; invita a los católicos y personas de buena voluntad a ser factores de unidad y de esperanza y a tener la mirada puesta en el bien común. Esta invitación se vuelve en un fuerte llamado a los católicos que participan en la cosa política. Es la hora de la grandeza, de ampliar la mirada y apelar a los valores que sustentan la democracia, comenzando por el derecho de los habitantes a estar seguros y el deber del estado de protegerlos. También la Iglesia los anima a no responder al mal con mal sino siempre con el bien teniendo a Jesucristo como modelo; y a participar activamente en la vida pública y política del país para mostrar la belleza del diálogo, el acuerdo, y el trabajo a favor de la justicia y de la paz”, propone el arzobispo Chomalí.
“En lo personal, termina su columna, los animo a que con más fuerza que nunca en todas nuestras comunidades brille la solidaridad como un elemento distintivo y siempre con la confianza puesta en Dios y la Santísima Virgen tan amada y venerada por los chilenos”.