África

Susan Kinyua, Premio Harambee 2024: “Cuando la mujer keniana cuenta con apoyo en casa, llega muy lejos”

  • La ONG del Opus Dei en África reconoce la labor de esta economista en Kianda Foundation, que ha acompañado a 600.000 mujeres
  • Desde 2003, en Fanikisha se han formado más de 4.500 en la región rural de Karuri, teniendo ya todas ellas ingresos propios





La economista keniana Susan Kinyua ha sido reconocida con el Premio Harambee 2024 a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. Concedido por Harambee, ONG ligada al Opus Dei, esta visibiliza cada año con el galardón el compromiso de muchas mujeres que, en sus contextos locales, generan oportunidades y avances sociales.



En esta 15ª edición se reconoce el impacto que, desde hace 20 años, Kinyua está teniendo en Kianda Foundation, entidad con más de seis décadas de experiencia y de la que ella es coordinadora general de Proyectos y directora de Sensibilización. Pero, sobre todo, se valora su impulso del proyecto Fanikisha, que significa “gran avance” y que promueve la promoción de la mujer a través de distintos programas de formación y emprendimiento empresarial, buscando que las beneficiarias puedan poner en marcha pequeños negocios o aprendan a gestionar mejor su patrimonio, lo que redunda en su familia y en el conjunto de la sociedad local.

Impacto familiar y comunitario

En estos 20 años han pasado por él más de 4.500 mujeres de 90 aldeas de la región rural de Karuri, cercana a Nairobi, la capital. Y, como ella misma explica a Vida Nueva, con un resultado excepcional, pues “más del 60% han conseguido duplicar sus ingresos en seis meses”. Lo cual ha “tenido un gran impacto en sus propias familias y en el conjunto de las comunidades locales”.

Su propia carrera laboral la inició en la banca, trabajando en Barclays Bank durante 12 años. Era “feliz”, pero, en 2003, dio un giro a su vida y entró en Kianda Foundation: “Tenía un profundo anhelo que me hacía preocuparme por las personas más pobres y, concretamente, por las más relegadas en la sociedad: las mujeres del mundo rural. Por eso aposté por un proyecto que, ante todo, pone en el centro la dignidad humana. No se mira por la religión o la posición social de la persona, sino que solo cuenta ella misma, por ser quien es”.

Educación integral

Desde esa “educación integral y holística, en la que se abordan todas las facetas de la persona”, una clave fundamental de Fanikisha es la concreción: “Todo se hace en función de sus necesidades reales. Un grupo de voluntarios va a conocerlas a su ámbito local y analiza su situación, empezando por su hogar. Ahí se tiene en cuenta su realidad específica y se trabajan diversas respuestas, desde la salud mental al cuidado de los hijos o las relaciones intrafamiliares”. Algo que Kinyua ilustra con un ejemplo: “Al principio no contábamos con clases de cocina, pero, cuando vimos que era necesario el apoyo para lograr una dieta equilibrada, las incluimos. Lo mismo ocurre con las casas… Ante percibíamos que las recogían al llegar nosotros. Ahora, el orden ya es un hábito”.

Para ella es un motivo de orgullo poder decir que “todas las mujeres que están en nuestros proyectos aportan su propio dinero al hogar, ya sea con sus pequeños negocios o contratadas en otros”. Y es que los diplomas que otorgan en Kianda Foundation, donde cuentan con tres centros educativos, son muy prestigiosos en toda Kenia. Lo cual, más allá de su eco en el conjunto de la comunidad, llena a sus usuarias de autoestima: “Sus maridos las ven como unas iguales y se reducen los abusos que sufren. La responsabilidad es compartida y, cuando en casa son apoyadas, llegan muy lejos”.

La historia de Cecilia

Como le ocurrió a Cecilia, protagonista de una de las muchas historias de empoderamiento de la que ha sido testigo: “Tiene cinco hijos y, cuando la conocí, sufría mucho por no poder mantenerlos. Incluso se quería suicidar, pero no tenía ni dinero para comprar el veneno… Hoy, tras su paso por el proyecto, cuenta con un negocio de bolsos hechos con materiales reciclados, paga su alquiler y se está construyendo una casa propia. Además, está ayudando a Joyce, una mujer que también ha pasado por una situación muy traumática al perder a su bebé y ambas están saliendo adelante juntas. Han roto el círculo de la pobreza”.

Tras recibir el galardón ayer, miércoles 20 de marzo, en el espacio All in One de Caixabank, en Madrid, de manos de doña Teresa de Borbón dos Sicilias y de Nicolás Zombré, director general de laboratorios Pierre Fabre España, Susan Kinyua ha tenido un encuentro con los medios este jueves 21. La rueda de prensa ha tenido lugar en el madrileño Hotel Urban y la economista keniana ha estado acompañada por Casilda Bilbao, responsable de comunicación de Pierre Fabre España, y por Antonio Hernández Deus, presidente de Harambee ONGD.

Impulso con Escrivá de Balaguer

Como hiciera en su discurso de ayer, la galardonada ha rememorado los inicios de Kianda Foundation: “En 1961, bajo el impulso de san Josemaría Escrivá de Balaguer [fundador del Opus Dei] y de un grupo de mujeres que supieron ver oportunidades donde otras hubieran visto obstáculos, echó a andar Kianda College, primera escuela interracial del Secretariado de África. Era el germen de la fundación, que abarca actualmente educación reglada desde guarderías hasta la universidad, capacitación profesional, servicios de atención médica y diversos cursos de habilidades empresariales de los que se han beneficiado unas 600.000 mujeres”. De todas ellas, “más del 75% han podido acceder al mercado laboral”.

Una impresionante ola de empoderamiento que Kinyua ha simbolizado en el caso de Jane: “Era matrona y ganaba 100 euros al mes. Decidió abrir una pequeña clínica en la que contaba con una empleada. Trabajaba muchísimo y salvaba bastantes vidas, aunque sin una mentalidad empresarial que le permitiera maximizar su impacto o profesionalizar su clínica. Tras pasar por Fanikisha, el resto es historia: actualmente, es propietaria de un hospital de cuatro plantas, con 50 camas y una farmacia. Emplea a mucha gente de la zona y hace una excelente labor de prevención del suicidio y de los riesgos obstétricos en las mujeres”.

Cuestión de fe

Un caso paradigmático de la revolución que están llevando a cabo: “Empoderar a la mujer es creer en ella y darle las herramientas necesarias para que se desarrolle en plenitud y reconozca su papel en su familia y en el conjunto de la sociedad. En Kianda Foundation comprobamos cada día cómo el empoderamiento integral de las mujeres no se refiere tanto a una liberación del hombre, sino a un apoyo mutuo en las vidas compartidas, brillando cada una a su manera”.

¿Le queda algún sueño a Kinyua? “Llegar a todas las mujeres de Kenia, que son unos 25 millones, así que aún nos queda mucho trabajo por hacer”, responde entre quijotesca y convencida. Y, por supuesto, sin perder la esencia: “Miramos por todos, sin diferenciar entre ricos, pobres, de una u otra raza, de una religión u otra… Y es que aquí vienen musulmanas, evangélicas, católicas, ¡y hasta dos judías!”.

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