Defiende José Miguel García Pérez (Madrid, 1951) que los relatos pascuales constituyen “el testimonio más antiguo y más fidedigno que nos ha llegado” sobre un hecho tan “insólito” como la resurrección de Jesús. Y así trata de explicarlo en su nuevo libro: ‘Resucitó’ (Ediciones Encuentro), una ‘Lectura de los relatos evangélicos’ que nos ayudará a entender mejor el fundamento de nuestra fe, porque “no sería posible vivir como cristianos –asegura este sacerdote y estudioso del Nuevo Testamento– si Cristo no hubiera resucitado”.
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PREGUNTA.- ¿Qué nos queda por saber de la resurrección de Jesús?
RESPUESTA.- Más que saber, se trata de experimentarla, de participar de la vida nueva y verdadera que Jesús ha conquistado para todos los que creen en Él.
No obstante, es cierto –como afirma N. T. Wright– que “las narraciones sobre la resurrección contenidas en los evangelios están entre las historias más extrañas jamás escritas”. De hecho, los relatos evangélicos contienen llamativas diferencias y algunas expresiones oscuras que hay que aclarar; sobre todo, teniendo en cuenta que han servido como argumentos para rechazar el valor histórico de estos relatos pascuales, que son el testimonio más antiguo y –como intento mostrar en mi estudio– más fidedigno que nos ha llegado sobre este hecho insólito. (…)
Sentido de la fe
P.- ¿En qué medida el estudio de los relatos pascuales puede ayudarnos a entender mejor en qué/quién creemos?
R.- Quien lea el libro podrá responder a esta pregunta. En cualquier caso, dado que la fe cristiana consiste en el reconocimiento amoroso de Cristo, no sería posible vivir como cristianos si Cristo no está vivo y presente entre nosotros; es decir, si no hubiera resucitado.
Con frecuencia, el cristianismo queda reducido a valores morales o prácticas religiosas. Pero, ante todo, es un acontecimiento, un hecho: Dios hecho hombre, presente entre nosotros. Y uno es cristiano si acoge y se adhiere a esta Presencia. Todo lo demás es consecuencia de este encuentro excepcional.
Pasión por el Nuevo Testamento
P.- ¿Cuándo su interés por los orígenes del cristianismo pasó de ser una inquietud creyente a convertirse en una pasión intelectual?
R.- Fue el encuentro con un profesor (D. Mariano Herranz) durante mis años de Seminario lo que me hizo apasionarme por el estudio del Nuevo Testamento. (…)
P.- ¿Cómo debería un cristiano de hoy celebrar el misterio pascual?
R.- Vivamos la Pascua con profundo asombro y agradecimiento a Dios Padre. Por decirlo en palabras del Pregón Pascual: “¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!”.