Se cumplen cinco años desde que Francisco firmara la exhortación apostólica ‘Christus vivit’, fruto de la Asamblea del Sínodo de los Obispos que tuvo como tema ‘Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional’. El Papa ha querido celebrar esa efemérides y ratificar la vigencia de esta propuesta pastoral para la juventud actual con una carta firmada hoy 25 de febrero en la basílica de San Juan de Letrán.
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“No permitan que nos falte nunca el lío bueno que ustedes hacen; el empuje que tienen, como el de un motor limpio y ágil; su modo original de vivir y anunciar la alegría de Jesús Resucitado”, escribe Francisco, componiendo un texto que refleja su impronta personal.
Explorar nuevos caminos
“Necesitamos más que nunca la creatividad de ustedes para explorar nuevos caminos, siempre en fidelidad a nuestras raíces”, reivindica Francisco, consciente de que los jóvenes “son la esperanza viva de una Iglesia en camino”.
Y va más allá en su llamamiento a participar en la comunidad eclesial: “Háganse oír, griten esta verdad, no tanto con la voz sino con la vida y con el corazón: ¡Cristo vive!”. Y es que, Jorge Mario Bergoglio retoma en la carta aquel “¡hagan lío!” que entonó durante la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro en el verano de 2023, poco después de ser elegido Sucesor de Pedro. Ahora lo reversiona a través de este grito: “Háganse escuchar”.
Jesús amigo
En la misiva, el pontífice argentino recupera el eje central del documento magisterial: “¡Cristo vive y quiere que ustedes vivan!”. Con esta premisa Francisco invita a los jóvenes a mantener una relación personal con Jesús de Nazaret, “como con un amigo”. “Acógelo en tu vida y hazle partícipe de las alegrías y las esperanzas, los sufrimientos y las angustias de tu juventud”, recomienda el Papa.
En esta misma línea, Francisco recuerda que el próximo 14 de abril se cumplen 40 años del primer gran encuentro de jóvenes que, en el contexto del Año Santo de la Redención, punto de partida de las JMJ. Con esta mirada agradecida al pasado, insta a los lectores a “asumir con libertad la historia de sus familias, de sus abuelos, de sus padres, las tradiciones religiosas de sus países, para ser a su vez constructores del mañana y “artesanos” del futuro”.
Al echar la vista atrás a aquel Sínodo de los jóvenes, el Obispo de Roma lo define como “un verdadero ‘experimento sinodal’ que dio muchos frutos y que también preparó el camino para un nuevo Sínodo —el que estamos viviendo ahora, en estos años—, precisamente sobre la sinodalidad”.
