En julio de 2022, Francisco viajó a Canadá con un objetivo primordial: acompañar a la Iglesia local en su proceso de sanar su relación con los pueblos aborígenes del país. Y es que la grieta que se había levantado un año antes era grave y muy dolorosa, tras destaparse que, desde finales del siglo XIX, siguiendo una estrategia del Gobierno nacional, hasta 150.000 niños indígenas fueron internados a la fuerza en centros católicos para tratar de borrar todo rastro de su legado cultural, para lo cual sufrieron todo tipo de vejaciones y abusos, incluidos sexuales. Hasta el punto de que, en los últimos años, unos 4.000 han aparecido enterrados en fosas comunes, originándose un gran escándalo.
Desde entonces, el episcopado canadiense ha tenido distintos gestos de acercamiento, insistiendo en su colectiva petición de perdón, con un calado histórico. Pero esta Semana Santa se ha ido un paso más allá por parte de la Archidiócesis de Vancouver y la Diócesis de Kamloops, que, el Domingo de Pascua de Resurrección, el 31 de marzo, firmaron un “convenio sagrado” con el grupo indígena tk’emlúps te secwépemc por el que, como Iglesia católica, se reconocían sin ambages sus “errores del pasado”.
El simbólico pacto, el primero de esta naturaleza que se firma en Canadá, se dio a conocer el lunes 1 de abril. Entonces, las autoridades eclesiales detallaron que, tras hacer partícipe al Papa de la firma, este hizo llegar a los participantes un mensaje en el que expresó que espera que “este generoso gesto sea un paso más en el camino de la verdad y la reconciliación”.
Más allá de la implicación personal de Bergoglio, el Vaticano, hace ahora un año, el 30 de marzo de 2023, dio un paso adelante al sumarse por escrito a la condena papal respecto a los excesos producidos en los procesos de colonización de África y América cinco siglos atrás. Entonces, esa “clarificación” de la llamada ‘Doctrina del Descubrimiento’, como explicaron en su comunicado las diócesis de Vancouver y Kamloops, se basaba en el rechazo de la justificación de que los reinos de España y Portugal conquistaron tierras muy alejadas de las suyas “en nombre de Dios” y, por el contrario, buscaba poner en el centro “la dignidad y los derechos de los pueblos originarios, rechazando injusticias pasadas”.
Más allá de esa reinterpretación histórica, la Iglesia canadiense recalca que el “convenio sagrado” también estipula “compromisos” de cara al “recuerdo” de su gran error cometido en el pasado siglo contra los menores y jóvenes indígenas que fueron educados a la fuerza en internados católicos, insistiendo en la necesidad de que salga a la luz “la verdad”. Para ello, todas las instituciones comprometidas en lo ocurrido estarán obligadas a colaborar y abrir sus archivos históricos.
Como recoge la agencia EFE, la jefa de los tk’emlúps, Rosanne Casimir, ha agradecido a las dos diócesis locales que “hayan dejado claro que se embarcan en este nuevo viaje de verdad, de justicia y de curación”. En 2021, la propia Casimir anunció que en Kamloops, en un internado que había pertenecido a los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, se habían descubierto unas 215 tumbas sin identificar y que, correspondientes a un período de entre 1890 y 1969, se creía que en ellas había enterrados numerosos niños indígenas.
Fue el inicio de una catarsis que, ahora, tras la contundente respuesta a los aborígenes del Papa, la Santa Sede y la Iglesia local, va camino de concluir en un sincero abrazo.