La última jornada de esta 53º Semana para Institutos de Vida Consagrada ha contado con la participación del obispo de León y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Luis Ángel de las Heras, quien ha reflexionado acerca de tres palabras: comunión, minoridad y profecía.
“Personalmente prefiero hablar de ‘comunión fraterna'”, ha dicho, refiriéndose a la primera de ellas. “El papa Francisco, como recordaréis, propone en Evangelii gaudium dos máximas que resultan útiles para promover la comunión fraterna: el todo es superior a la parte y la unidad prevalece sobre el conflicto”, ha explicado, subrayando que “en ese todo inabarcable, cada Iglesia particular, cada congregación, cada provincia, cada comunidad, es una parte, icono del todo, que, a su vez, reúne otras muchas partes”.
“Ciertamente entre el todo y las partes, entre lo universal y lo particular, entre todo el pueblo de Dios y las particulares formas de vida, se puede dar tensión y hasta conflicto, que cuando suceda no debemos dejar cronificar. Recordemos la imagen del poliedro que presenta el Papa”, ha aseverado el prelado. “Contemplemos una Iglesia y una vida consagrada poliédricas para descubrir cada lado formando una figura inseparable, en la que lo parcial enriquece la totalidad de la belleza del Cuerpo de Cristo”.
En cuanto a la minoridad, ha reconocido que, “aunque la vida consagrada va experimentándose en decrecimiento y minoridad sigue albergando fortalezas, como experimenta igualmente toda la Iglesia que peregrina en España y Europa”. “Múltiples carismas, servicios, ministerios, corrientes teológicas, espirituales y evangelizadoras constituyen una riqueza inagotable, aunque los miembros de la Iglesia y de la vida consagrada seamos menos en número y cada vez de edad más avanzada en estas tierras”, ha aseverado.
“Tal diversidad podemos afrontarla como un desafío para vivir la unidad y la comunión en la situación de la minoridad, pero será mejor aún que la aprovechemos como un kairós, un momento de gracia propicio para crecer en comunión fraterna, motivados por las carencias humanas, vulnerabilidades de carácter evangélico“, ha señalado el obispo de León.
Así, si bien la minoridad “nos afecta a todos”, esta “debe hacernos recapacitar para que cada una de las realidades eclesiales se preste a expresar la comunión, cooperando todos cada vez más estrecha y eficazmente, libres de autorreferencialidad”. “No olvidemos que la autorreferencialidad puede desarrollarse inconscientemente y que es un serio obstáculo para la comunión fraterna”, ha advertido.
Por ello, ha animado a “descubrimos como ‘pequeño rebaño’ que escucha decir al Buen Pastor: ‘No temas'”. Esto, ha dicho, “nos ayudará a salir de nuestros círculos cerrados y reforzar la unión, la colaboración, la comunión fraterna”. De esta manera, “la minoridad no debe ser fuente de lamentos, nostalgias o sentimientos de fracaso, sino de novedad y, por supuesto, de camino hacia y con los otros por una necesidad que podemos convertir en construcción esperanzada de comunión fraterna”.
Por último, de las Heras ha recordado que “hemos dicho muchas veces que la vida consagrada ha de ser profética; que es por esencia profética. Desde esta convicción, la vida consagrada debe hacer suya la profecía de la comunión fraterna en clara sintonía con la sinodalidad”.
“En tiempos de división, de polarización de diferencias, de crispación —en la sociedad y también dentro de la Iglesia—, cobra más sentido y premura la profecía de la comunión fraterna acogiendo y escuchando a los hermanos y hermanas y al Espíritu que nos habla”, ha advertido.
Por otro lado, la jornada ha contado también con el saludo del cardenal arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo. “Madrid nos hace olfatear la fraternidad, porque es una ciudad de gente que es venida de diversos puntos del globo. Y cuando aquí nos reunimos, entre todos nos decimos que no podemos entender Madrid sin la vida consagrada”, ha apuntado.
Tras agradecer la celebración de estas jornadas, Cobo ha apuntado que “oír hablar a la vida consagrada de comunión es muy necesario. Y hacerlo en medio de una iglesia diversa, plural y grande, como la que vivimos ahora, es más importante aún. Porque la vida consagrada aporta respuesta a la comunión”.
“Todo el nuevo mensaje que estáis imaginando exhorta a la Iglesia a llevar adelante su misión. Sabéis que cada uno tendrá un sello diferente del Espíritu, pero solo hay una única misión. Y vosotros sois expertos en significar y sembrar fraternidad, pilar básico para la misión”, ha señalado.