Por primera vez en toda la Historia, una mujer, religiosa y misionera, está al frente de la gestión del día a día del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (DIVCSVA). Se llama Simona Brambilla, es italiana y hasta hace prácticamente un año era la superiora general de las Misioneras de la Consolata. Esta monja, enfermera y psicóloga de 58 años sustituye al franciscano español José Rodríguez Carballo, ahora arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz.
Como evangelizadora ad gentes, ha estado destinada en Mozambique y también ha sido profesora en el Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana. En el año 2005 entró a trabajar en el engranaje de su congregación como consejera general, hasta que en 2011 fue elegida para liderarla y, en 2017, fue reelegida. Francisco anunció en octubre su nombramiento como secretaria del ‘ministerio’ vaticano que está al servicio de los consagrados de todo el planeta y ella se incorporó en diciembre al equipo. Tras cuatro meses de aterrizaje en la Curia, Brambilla reflexiona por escrito para Vida Nueva sobre su encomienda y algunos de los desafíos a los que se enfrenta hoy la vida consagrada.
PREGUNTA.- ¿Se hubiera imaginado alguna vez que el Papa le confiaría la ‘coordinación’ de todos los religiosos y religiosas del mundo como secretaria del DIVCSVA?
RESPUESTA.- ¡A la secretaria del DIVCSVA no se le confía la coordinación de todos los religiosos y religiosas del mundo! ¡Es un servicio mucho más humilde, afortunadamente! En todo caso, la secretaria desempeña un papel de coordinación de las diversas actividades y servicios dentro del Dicasterio, para ayudar al cardenal prefecto y en colaboración con los subsecretarios. En cualquier caso, nunca imaginé que me encontraría realizando este servicio. Soy misionera de la Consolata, pertenezco a un instituto dedicado a la misión ad gentes, a la evangelización entre los no cristianos en el signo de la Consolación.
Por lo tanto, un servicio dentro de la Curia romana estaba totalmente fuera de mis planes. Después de 18 años de compromiso con el gobierno de mi instituto, que concluyeron con el capítulo general de mayo-junio de 2023, en diálogo con mi nueva superiora general, comencé a esbozar algunos caminos posibles para mi futuro. En primer lugar, sentí la necesidad de un tiempo prolongado de silencio, reflexión, oración y descanso. Pero, mientras reflexionábamos juntas sobre cómo se podía lograr todo esto, llegó la sorpresa de la petición del Santo Padre. Así que, aquí estoy.
P.- ¿Cuáles son entonces, hoy por hoy, las tareas del Dicasterio?
R.- Como explica el papa Francisco en la constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’, el Dicasterio se esfuerza en que los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica progresen en el seguimiento de Cristo como lo propone el Evangelio, según el carisma nacido del espíritu de los fundadores y de las sanas tradiciones, que persigan fielmente sus propios fines y contribuyan eficazmente a la edificación de la Iglesia y de su misión en el mundo. El Dicasterio es responsable de promover, animar y regular la práctica de los consejos evangélicos, en la forma en que se vive en los Institutos de Vida Consagrada y en las Sociedades de Vida Apostólica en toda la Iglesia latina.
P.- Es responsabilidad del Dicasterio aprobar los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, erigirlos y también conceder la licencia para la validez de la erección de un Instituto de Vida Consagrada o Sociedad de Vida Apostólica de derecho diocesano por parte del obispo.
R.- El Dicasterio también es responsable de las fusiones, uniones y supresiones de estos Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. De la misma manera, al Dicasterio le corresponde aprobar y regular las nuevas formas de vida consagrada con respecto a las ya reconocidas por la ley. La vida eremítica y el ‘Ordo Virginum’ son formas de vida consagrada y, como tales, también son acompañadas por el Dicasterio. La competencia del Dicasterio se extiende también a las terceras órdenes y a las asociaciones de fieles erigidas con vistas a convertirse en Instituto de Vida Consagrada o Sociedad de Vida Apostólica (cf. Francisco, constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’, Roma, 19 de marzo de 2022, artículos 121-127).
P.- Después de estos primeros meses de trabajo, ¿se ha arrepentido de haberle dicho que sí a Francisco?
R.- No me he arrepentido. Ciertamente, me he vuelto más consciente de la complejidad, la delicadeza y la intensidad del compromiso de mente, corazón, cuerpo y espíritu que requiere este servicio. Me siento, y soy, muy pequeña frente a lo que requiere este mandato. Vivo esta experiencia como un aprendizaje, en la escuela de muchos colegas que trabajan en el DIVCSVA desde hace años, que me han acogido con exquisita benevolencia y cordialidad y de los que tengo mucho que aprender.
Y en la escuela del pueblo me encuentro todos los días, tanto en persona como a través de los documentos que llegan al Dicasterio y que requieren un estudio serio, una reflexión, una oración, un discernimiento. Porque, detrás de las cartas, está la vida de las personas concretas, hay caminos de seguimiento de Cristo, hay esfuerzos, sufrimientos, alegrías, errores, limitaciones, impulsos y caídas, santidad y pecado, fragilidad y fuerza, cansancio y belleza de las personas llamadas a amar.
Desde el primer momento de mi nombramiento, sentí la petición del Santo Padre como una llamada a poner una vez más toda mi vida en las manos tiernas y fuertes de Dios, a confiar totalmente en Él y en su dulcísima Madre, María Consolata. Además, el beato Giuseppe Allamano, fundador de los Misioneros de la Consolata, nos transmitió un claro sentido de pertenencia a la Iglesia, un fuerte sentimiento hacia ella y un apego especial al Pontífice. Así que repito mi “aquí estoy” todos los días.
P.- Es la primera mujer elegida para ser secretaria del Dicasterio. ¿Tiene miedo de algún conflicto cuando un cardenal de la Curia pueda cuestionar su autoridad?
R.- Hasta ahora, es algo que no ha sucedido. Si sucede, hablaremos de ello… Los conflictos, si son reconocidos, acogidos, acompañados e interpretados con honestidad y amor sincero en busca del bien, pueden abrir nuevos horizontes y caminos fructíferos y constructivos para todas las partes implicadas. Uno de los principios que el papa Francisco propone en ‘Evangelii gaudium’ es precisamente este: “La unidad es superior al conflicto. La solidaridad, entendida en su sentido más profundo y desafiante, se convierte así en un estilo de construcción de la historia, un entorno vital donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden lograr una unidad multiforme que genere nueva vida. No significa apuntar al sincretismo, ni a la absorción de uno en el otro, sino a la resolución en un plano superior que conserve en sí mismo el precioso potencial de las polaridades en pugna” (EG 228).
P.- Imagínese que soy un superior general de una congregación masculina que piensa que no puede decirme nada porque no ha experimentado en primera persona lo que significa ser sacerdote. ¿Qué me diría? ¿Cómo resolvería la situación?
R.- El panorama, presentado de esta manera, es realmente demasiado general. En cualquier caso, creo que siempre se debe dar prioridad a escuchar a la persona que pide de alguna manera ser acogida para exponer una situación, un problema, una pregunta, una inquietud, un disenso, su pensamiento y sentimiento, su experiencia. No creo que la primera preocupación deba ser decir algo, replicar o resolver. A menudo, detrás y dentro de ciertas posturas, arden heridas, decepciones, miedos, frustraciones y deseos poco reconocidos y, menos aún, acogidos, lo que puede dar lugar a prejuicios, justificaciones, racionalizaciones e, incluso, ideologías con las que intentamos defendernos, para protegernos de entrar en contacto con las raíces más profundas y sufridas del malestar que experimentamos.
Las defensas no se disuelven atacándolas u oponiéndose a otras defensas. Tal vez podamos intentar ofrecer un ambiente humano de acogida, de diálogo, de escucha, de “cuidado” desinteresado, que nos ayude a desarmarnos, a liberarnos de ciertas prisiones y a estar menos subyugados a ciertos modos de defensa.
P.- ¿Veremos mujeres diaconisas? ¿Es posible desarrollar un ministerio femenino renovado en la Iglesia?
R.- Como había anunciado el Santo Padre el 30 de noviembre de 2023, hablando ante la Comisión Teológica Internacional sobre la necesidad de “desmasculinizar” la Iglesia, los días 4 y 5 de diciembre tuvo lugar la reunión del Consejo de Cardenales, cuyo tema principal fue precisamente la dimensión femenina de la Iglesia. Creo que se trata de una reflexión que debe ser continuada y ampliada por todos, pero también que debe traducirse en una práctica eficaz, que ciertamente pasa por una mayor participación de las mujeres en los diversos niveles de la vida de la Iglesia.
Pero que requiere también un estudio atento de la dimensión femenina de la Iglesia y de la misión en un sentido amplio: modelos y dinámicas de pensamiento, afecto, sensibilidad, espiritualidad, acción, misión que encarnan las dos dimensiones vitales de lo femenino y lo masculino y tienen en cuenta la necesaria, beneficiosa y bendita interacción entre ellas. Creo sinceramente que la paz, para germinar, crecer y madurar en el corazón de cada persona, entre nosotros, entre los pueblos, en el mundo, en la creación, necesita de la fertilidad de un suelo primordial, de una matriz esencial: la relación sana, buena, confiada, respetuosa, reverente, tierna y vital entre el hombre y la mujer. Imagino que debió de ser un poco así al principio de los tiempos, en aquel jardín en el que Dios amaba caminar con la brisa del día, buscando al hombre y a la mujer, su imagen bendita (cf. Gn 3, 8-9).
Con respecto al diaconado femenino, el Informe de síntesis de la primera sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad, publicado el 28 de octubre de 2023, aclaró que la cuestión también está relacionada con la reflexión más amplia sobre la teología del diaconado (cf. Informe de síntesis, 9k) y pidió proseguir “la investigación teológica y pastoral sobre el acceso de las mujeres al diaconado, aprovechando los resultados de las comisiones específicamente instituidas por el Santo Padre y de las investigaciones teológicas, históricas y exegéticas ya realizadas” (Síntesis, 9n).