Entrevistas

Javier Martínez-Brocal: “Bergoglio y Ratzinger no eran polos opuestos”





El papa Francisco rompe su silencio sobre cuál ha sido la verdadera relación con el fallecido papa emérito. Y lo hace a través del libro ‘El sucesor. Mis recuerdos de Benedicto XVI’, una extensa entrevista con el vaticanista del diario ABC, Javier Martínez-Brocal, que publica la editorial Planeta.



PREGUNTA.- Francisco destapa algunos detalles del cónclave de 2005 y llega a asegurar que Ratzinger “era mi candidato”. Va a resultar que no están en las antípodas el uno del otro, como algunos hacen creer…

RESPUESTA.- No son polos opuestos, ni mucho menos. Más bien, todo lo contrario. Diría que son complementarios. Evidentemente, tienen personalidades diferentes, referentes culturales distintos y opiniones propias. No solo se puede hablar de respeto y de lealtad entre ambos, sino que certifico que entre ellos había una enorme sintonía y miraban hacia una misma dirección: cómo hacer que las personas de nuestro tiempo tengan un encuentro personal con Dios. Tampoco suscribo que algunos piensen que la elección de uno y otro como papa corresponda a un movimiento pendular. Los dos buscan responder a los desafíos de su tiempo: Benedicto XVI, desde esa impronta intelectual que promueve el diálogo fe-razón, mientras que Francisco evangeliza desde la empatía del pastor.

P.- ¿Se desvanece así el guión cogido con pinzas para hablar de una oposición en la sombra de Benedicto XVI, desde su retiro en el monasterio Mater Ecclesiae?

R.- Efectivamente, esa película  ya no se sostiene. El entorno de Benedicto no es Benedicto. Lo que sí he percibido de mis conversaciones con Francisco es que ha sufrido mucho por cómo los colaboradores del papa emérito se arrogaban ser portavoces o embajadores sin serlo. Se lo pusieron difícil. Sin embargo, tanto Francisco como Benedicto XVI hicieron lo imposible y mandaron las señales oportunas en momentos adecuados para hacer ver que su relación y su apoyo no se minaron en ningún momento. No hay que olvidar que el propio Benedicto XVI manifestó en más de una ocasión que se sentía presionado por sus colaboradores. De hecho, al hablar de su renuncia, reconoció que él deseaba ser llamado ‘padre Benedicto’, pero cedió a su entorno y fueron otros los que decidieron que se le denominara ‘papa emérito’. De alguna manera, se vio encorsetado por la rigidez de sus colaboradores.

Abrir puertas

P.- En este sentido, Bergoglio habla sin tapujos de cómo consiguieron que Benedicto XVI acudiera finalmente a la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM) en Aparecida a pesar de ese entorno…

R.- Reconoce que había una gran resistencia de la Curia vaticana a que Benedicto inaugurara o clausurara la Conferencia. Sabemos que fue Secretaría de Estado quien decidió que no se hacía ese viaje sin contar con ninguna de las partes. Sin embargo, el cardenal chileno Francisco Javier Errázuriz tomó la iniciativa y se presentó con Hummes y Bergoglio para abordar la cuestión en una audiencia urgente con el Papa. Le explicaron lo necesaria que era su presencia, Benedicto aceptó y se lo pasó en grande. “Benedicto abrió muchas puertas”, recuerda Francisco sobre ese viaje a Brasil.

P.- Francisco no oculta su decepción con Georg Gänswein, pero no se ensaña. ¿Se ha mordido la lengua?

R.- El Papa quería compartir en este libro su relación con Benedicto y su admiración hacia él. Francisco no quería que la actitud del secretario eclipsara precisamente la sintonía y cercanía de la convivencia, por primera vez en la historia, entre dos papas, que ha funcionado muy bien. Esa lealtad recíproca no sentaba bien a ciertos sectores eclesiales, que intentaron dibujar a Benedicto XVI como el garante del término ‘pontificado’ contra Francisco.

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