El 2 de abril, el papa Francisco aceptó el cese de José Antonio Eguren como arzobispo de Piura (Perú). Bastante antes de la preceptiva renuncia por edad a los 75 (se va a los 67), el prelado, vinculado al Sodalicio de Vida Cristiana, no ha sido nombrado para dirigir otra diócesis ni por ahora se conoce el nombre de su sucesor.
Pese al silencio de la Santa Sede y aunque no se ha explicado nada, parece evidente que la salida de Eguren es una de las consecuencias de la visita canónica a esta sociedad de vida apostólica fundada en 1971 por Luis Fernando Figari y que, iniciada en julio de 2023 (en 2015 ya hubo otra investigación decretada por Roma y que acabó con la intervención del grupo) por el arzobispo maltés Charles Scicluna, secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y el sacerdote español Jordi Bertomeu, oficial de dicha congregación vaticana, acometió las acusaciones contra los principales responsables del Sodalicio y que son de la máxima gravedad: desde distintos casos de abusos sexuales hasta malversación de fondos (se estima que por un alcance que ronda los 1.000 millones de dólares).
Entre los posibles delitos económicos, destacan las supuestas extorsiones contra grupos locales de campesinos a los que se querría arrebatar sus tierras con el fin de hacerse de crear grandes latifundios de un modo ilícito. Pues bien, en este contexto, Jorge Mario Bergoglio ha mandado un vídeo (que ha acabado publicando incluso la cuenta oficial en Twitter del Arzobispado de Lima) a “los miembros de la comunidad campesina de Piura” y les ha dicho lo siguiente: “Yo sé lo que os pasa… Defended la tierra. Nos os la dejéis robar. Gracias por lo que hacéis. Desde aquí, rezo por vosotros y os estoy cercano. Y con gusto os doy mi bendición”. Tras hacer la señal de la cruz, el Pontífice concluye su saludo del modo habitual (“por favor, no os olvidéis de rezar por mí”), pero, tras levantar el puño, añade un enérgico “¡coraje y adelante!”.
Estos días, Tomás Juárez, uno de los representantes de los campesinos locales de Piura, tras confirmar en otro vídeo que se reunieron con Scicluna y Bertomeu en el transcurso de su visita apostólica, ha celebrado la salida de Eguren, al que ha achacado ser “un gran traficante de tierras, apoderándose de muchas en las comunidades de Castilla y San Juan Bautista de Catacaos. Hemos sido atropellados por diferentes procesos judiciales, siendo criminalizados… También se ha matado a comuneros. Y, hasta ahora, todo eso había quedado impune. Pero doy gracias a Dios de que ya se ha descubierto la corrupción de Eguren, quien, aliado con la gran banda delictiva de la Cruz del Norte, se ha ido apoderando de muchas tierras”.
De ahí que aplauda el fin de esta “injusticia”. Lo que ha sido posible “gracias a que el Papa mandó a Scicluna y Bertomeu, con los que nos pudimos reunir en Lima y, a su vez, llevaron a Francisco el clamor de los comuneros”. Eso sí, con la conciencia de que aún queda mucho trabajo por hacer: “Eguren ha sido destituido, pero debe seguir siendo investigado. No se va por buena fe… Está siendo investigado por corrupción y tráfico de tierras, así como por la muerte y la criminalización de los comuneros. Nos han arrastrado de un modo injusto a más de 20 juicios”.
Por todo ello, Juárez exige “a la Justicia que Eguren repare las muertes, calumnias y difamaciones que han sufrido muchos campesinos en varios procesos judiciales. El obispo debe seguir siendo investigado y pagar por sus delitos”.