Durante la semana pasada, los obispos del Uruguay realizaron su Asamblea Plenaria para tratar distintas temáticas que hacen a la vida eclesial en el país. Estuvieron presentes los titulares de las distintas diócesis, y ante la ausencia del Nuncio, los visitó el encargado de negocios interino de la Nunciatura Apostólica, Stephen Kelly.
Temáticas del plenario
Durante este año se viene desarrollando el Año Vocacional que culminará con la peregrinación nacional el próximo 11 de noviembre al Santuario de la Virgen de los Treinta y Tres. Bajo el lema: “¡Ánimo, levántate! Él te llama” (Marcos 10,49), los departamentos de Vocaciones y Ministerios presentaron algunas propuestas que irán llegando a las diócesis.
También está prevista la Jornada Nacional de la Juventud, que se realizará en la diócesis de Canelones los días 7 y 8 de septiembre. La consigna elegida para estas jornadas es: “Jesús, esperanza que transforma”.
Los obispos uruguayos escucharon una ponencia sobre Inteligencia Artificial, a cargo del Ing. Eduardo Carozo para reflexionar sobre su presencia y las perspectivas y dudas hacia el futuro.
En cuanto a la catequesis y el ministerio del catequista que dio cuenta de los pasos que se han ido dando para apoyar la formación de candidatos en las diócesis.
Un tema que también se analizó fue la reestructuración de la organización de este episcopado. A partir de ahora, los obispos abordarán distintas posibilidades para buscar una estructura que pueda servir mejor a la misión evangelizadora de la Iglesia.
La próxima Asamblea Plenaria será en agosto, donde los obispos participarán de Ejercicios Espirituales con las reflexiones del cardenal Ángel Rossi, sj, arzobispo de Córdoba (Argentina).
Puntos del documento
Como resultado de estas jornadas, los obispos expresaron: “Queremos compartir estas reflexiones, en este tiempo electoral que se abre, para contribuir, desde nuestra perspectiva, al discernimiento de los fieles y de nuestras comunidades cristianas”. Así inicia el documento de la Conferencia Episcopal del Uruguay, bajo el título ‘Libertad, justicia y compasión en el alma de nuestro pueblo’.
Destacan que tienen el deseo de mirar más allá de las elecciones para encontrar las raíces que forjaron su identidad y configuraron el alma del pueblo. A través de seis puntos, desarrollan sus reflexiones sobre la importancia del sentido de la vida, las problemáticas emergentes y la búsqueda de la verdad sobre la dignidad de toda persona.
- La alegría de ser uruguayos, donde destacaron que su historia es fruto del llamado “Éxodo del pueblo oriental”, un episodio clave para forjar esta nueva nación. La frontera con dos países (Brasil y Argentina), la rivalidad de puertos, la fertilidad de nuestros campos, la riqueza ganadera, las luchas de la independencia, las gestas de los héroes y los desencuentros y encuentros, la contribución sustancial de los pueblos guaraní-misioneros, y la forzada llegada de africanos marcaron el inicio su historia. Destacaron la figura de José Artigas, quien aunque fue un héroe derrotado, lo reconocen como quien dio cauce a los sentimientos e ideales: soberanía de los pueblos, libertad, justicia, compasión con los más pobres. “La Iglesia fue partera de la patria. Estuvo presente desde la llegada, hace 500 años, de los primeros españoles. Fue factor de civilización y progreso”, sostuvieron. Agregaron que en los últimos cuarenta años han consolidado la democracia más plena de América Latina, “el país con mejor distribución de la riqueza y con menor corrupción de nuestro sufrido continente”. Si bien son muchos los desafíos, “no podemos dejar de sentir la alegría de ser uruguayos y de expresar nuestro amor a esta tierra y a nuestra gente”.
- Un país construido en base a acuerdos y diálogos. Destacaron la figura del Pbro. Dámaso Antonio Larrañaga, quien con sus aportes y contradicciones, les ayuda a levantar la mirada y percibir que “en nuestra más profunda identidad como nación está el acordar, dialogar, llegar a consensos, amnistiar, perdonar, buscar lo mejor para el país y su gente”. La Iglesia acompañó la marcha del país. En 1878 se creó la diócesis de Montevideo y su primer obispo, el beato Jacinto Vera, fue el prototipo de la Iglesia promotora de la paz, impulsora de la educación, servidora de los pobres, cercana a todos. “Tenemos los fantasmas que vienen de nuestro pasado para recordarnos lo que es un Uruguay dividido; pero también la realidad de países donde el enfrentamiento es norma, que nos sirve de espejo de lo que no queremos ser. Por eso, frente a una nueva instancia electoral, la invitación que hacemos los obispos es recoger lo mejor de nuestra historia, levantar nuestra mirada y cuidar el alma del país“, exhortaron los pastores.
- Cuidar el alma del país: libertad, justicia y compasión. Uruguay, con una columna fundamental judeocristiana, hispánica e ilustrada, configuró una sociedad horizontal, igualitaria, respetuosa del pluralismo. Recalcaron que la dignidad y el respeto de los derechos de las personas son el criterio clave de todo proyecto cultural, social y económico, y también el cuidado y la defensa de la libertad, inseparable de la responsabilidad y de la justicia. Asimismo, recalcaron el ideal de la justicia y la cultura del cuidado es la que hace que una sociedad proteja a los más débiles y respete la dignidad inviolable de todo ser humano. “Porque si la vida de algunos vale menos, si se la puede descartar por no ser deseada o por considerarse inútil, ¿cómo se puede seguir protegiendo los derechos humanos, si aquellos que son fundamentales son relativizados al interés utilitarista de una cultura que desprecia la debilidad y la dependencia?, se preguntaron.
- El sentido de la vida. Los obispos creen que nadie puede eludir la pregunta por la finalidad y el sentido de la vida. La obsesión por la felicidad, reducida a bienestar físico y emocional, reduce el horizonte de la vida humana, estrecha la mirada y encierra en la búsqueda de satisfacciones inmediatas. El impacto de la Inteligencia Artificial y la extensión de las redes sociales y su incidencia en la cotidianeidad, cuestionan sobre: “¿Qué hacemos frente a tanta soledad y falta de sentido de la vida en nuestra sociedad?”. Señalaron que el problema del suicidio, no es solo una tragedia personal y familiar, sino un drama social y cultural en el país. Y afirmaron: “Reconocer que la vida no es absurda, que no somos un accidente, sino que hemos sido pensados y creados por amor es un acto de fe, pero al mismo tiempo de una profunda razonabilidad”. La familia y los centros educativos juegan un papel importante para despertar la búsqueda y ayudar a dar respuesta.
- Algunos problemas emergentes. Los prelados estimaron que hay situaciones que deben afrontar con sentido de unidad: seguridad pública, los delitos, el narcotráfico, las cárceles superpobladas. La pobreza dura, las condiciones indignas, las personas en situación de calle, la cultura del descarte, no son solo un tema de dificultades económicas, sino de oportunidades y de educación. Sumaron también el flagelo de las adicciones, las plataformas de juegos, la hiper conexión, la adicción a la pornografía, que afectan los vínculos familiares y rompen el tejido social. “La familia se ve afectada por la cultura individualista y la falta de un apoyo fuerte hacia ella, como establece el mandato constitucional. Hay una creciente dificultad en asumir compromisos de por vida”, sostuvieron. Y enumeraron sus consecuencias: el aborto, la falta de protección de la vida indefensa, la ley de eutanasia. Reiteraron lo que expresaron hace tiempo: “Una sociedad sin niños, una sociedad que no protege la vida de los más indefensos, es una sociedad que pierde el sentido de la vida, se envejece, se entristece, se suicida”. Insistieron en que el trabajo sigue siendo un pilar fundamental, no solo por el sustento, sino como camino de realización personal. Por eso, preocupa la pérdida de una cultura del trabajo y la amenaza tecnológica. Por eso, piden cuidar los derechos básicos de los hombres y mujeres del trabajo y proteger la Casa común, una responsabilidad de todos, que tiene que ver con el presente y el futuro.
- Hacia una cultura del encuentro: construir puentes. Subrayaron el reconocimiento de la libertad como don y tarea, que encuentra su cauce en la relación interpersonal. Esto mueve a la equidad, fundamento de la justicia, y nos invita a la compasión, especialmente con los más vulnerables. “De esta manera, libertad, justicia y compasión, se integran en un proceso que favorece la conversión del corazón y la construcción de la cultura del encuentro”, fundamentan los pastores uruguayos. En este momento especial del país, indicaron “Necesitamos preguntarnos y respondernos sobre el por qué hacemos lo que hacemos; por qué es importante buscar el bien de los demás, respetarlos y defender su dignidad como personas”. Consideraron que los cristianos están llamados al compromiso de construir puentes para que no se fragmente la sociedad y para que los hermanos marginados tengan oportunidades de realización personal, de una vida llena de sentido, de personas libres y responsables.
Conclusión
Los obispos señalaron que esta reflexión quiere ayudar a observar con mayor profundidad la realidad uruguaya, más allá del proceso electoral. “Hay un alma del Uruguay a cuidar y, como cristianos, tenemos, sin duda, una responsabilidad en ello”, y volvieron a resaltar los elemento fundamentales de la tradición artiguista que hacen al acervo como nación: el amor a la libertad, el sentido de la justicia y el espíritu de compasión.
“Recordamos, como cristianos, que nuestra patria final es el Cielo; pero este don exige a nuestra libertad el compromiso con el Amor que nos ha creado y redimido y que nos encamina hacia nuestra definitiva querencia, el lugar al que pertenece y en el que está llamado a habitar para siempre todo aquel que viene a este mundo: la Casa del Padre”, indicó en este documento el episcopado de Uruguay.
Finalmente, invocaron a su patrona, María, Virgen de los Treinta y Tres, para que Ella extienda su manto sobre todos sus hijos e hijas para que crezcan en el diálogo, el respeto, la confianza y la búsqueda del bien común, mientras peregrinamos hacia la Eternidad.