Al término de su Asamblea Plenaria emitieron un mensaje en el que abordan los problemas y desafíos del país y de la iglesia
En un mensaje de dos páginas, emitido al término de su 129ª asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, los obispos invitan a seguir viviendo la sinodalidad, a orar por el aumento de vocaciones sacerdotales, a generar espacios de sana convivencia ante la inseguridad, al respeto hacia los migrantes sin discriminaciones, a la búsqueda de acuerdos políticos que eviten una mayor polarización en el país, y expresan su preocupación por los casos de corrupción en organismos públicos y privados.
Al inicio confiesan estar aún conmovidos por el dolor generado por los devastadores incendios en la región de Valparaíso. “La alegría de la Resurrección nos anima a crecer en la esperanza y la solidaridad, Cristo vivo es el centro de la misión de la Iglesia. Agradecemos nuevamente a Cáritas Chile, en su eficaz ayuda a los damnificados”, dicen los obispos.
Dos temas destacan en el análisis de la iglesia de los obispos chilenos: uno es el avance y los aportes al Sínodo de la Sinodalidad, respecto del cual “nos alegramos de las reflexiones y aportes entregados por nuestras diócesis en vistas a enriquecer el discernimiento que se lleva a cabo en la Iglesia universal en torno a la sinodalidad”, afirman.
El otro tema es la preocupación de los obispos “al constatar la escasez de sacerdotes para la adecuada atención pastoral de nuestras comunidades” y confiesan haber “dedicado un espacio para dialogar y discernir caminos de posibles soluciones”. Llaman a intensificar la oración e invitan “a quienes sienten el llamado del Señor, para que se dejen interpelar por lo que se les pueda estar ofreciendo en vistas al sacerdocio ministerial y la vida consagrada”.
A continuación, los obispos abordan la situación del país. “En medio de las múltiples problemáticas y desafíos que constatamos en nuestro país, queremos aportar una palabra de esperanza mirando a Jesucristo y su Evangelio”. Sin mencionar esas ‘múltiples problemáticas’ abordan algunas más agudas, como la inseguridad extendida por el aumento de la criminalidad y delincuencia, en muchos casos relacionada al narcotráfico; la situación difícil que viven muchos inmigrantes, incrementada por una creciente discriminación; la extendida corrupción en organismos del Estado y privados; y el próximo tiempo de elecciones que puede exacerbar la polarización política en el país.
Frente a la inseguridad, extendida en todo el país, los obispos reiteran lo dicho en la declaración de marzo pasado, emitida junto a muchas confesiones religiosas: “El grave problema de la inseguridad a que se ha visto enfrentada la ciudadanía, que afecta a todos los sectores sociales sin distinción, es un flagelo de consecuencias impredecibles. La gran cantidad de hechos violentos, incluido el aumento dramático de los homicidios, son una expresión de la misma y han creado un temor, que para todos es notorio. El desprecio por la vida, el atropello a la propiedad privada y a las leyes se ha convertido en algo habitual. La expansión de la droga y la presencia del crimen organizado, no conocido en Chile, está destruyendo los elementos esenciales de la vida ciudadana y en particular nuestros barrios, familias y nuestra juventud”.
“Jesús que asumió nuestro dolor, dicen los obispos en su mensaje, no nos abandonará en el deseo y buena voluntad de generar espacios para recuperar una sana y digna convivencia. Que, en nuestros hogares, barrios, comunas y ciudades se pueda lograr una armónica y más humana relación donde nadie se sienta excluido, sino valorado y respetado”.
“Hoy los obispos vemos en los hermanos migrantes la voz de Dios que nos interpela. Entendemos que los sueños de miles de personas migrantes que han llegado a nuestro territorio y aman este país, nos mueven a hacer de nuestra patria una mesa para todos. Como Iglesia conocemos lo que viven las personas migrantes, compartimos sus dolores, anhelos y esperanzas. Por lo anterior, invitamos a cuidarnos de cualquier tipo de discriminación arbitraria y rechazo; que seamos capaces de acoger, reconociendo en el hermano al mismo Cristo”, expresan los obispos de Chile.
Frente a la situación legal de los inmigrantes, agregan que “como ya lo señalamos en nuestras recientes Orientaciones Pastorales: ‘La falta de una adecuada política migratoria y las dificultades de coordinación entre las autoridades de los países involucrados, ha generado sufrimiento tanto en las comunidades inmigrantes como en las comunidades de acogida, produciéndose también en parte de la población chilena actitudes xenófobas y discriminatorias, que tergiversan la imagen positiva que la mayor parte de los migrantes dejan con su trabajo y su aporte a la sociedad. A esta situación de crisis contribuye, también, la rigidez de la actual Ley de Migración y extranjería (no 21.325), que no permite la regularización de quienes ya estando en el país quieren legítimamente permanecer en él’ (OO.PP. 17)”.
En ocasiones anteriores los obispos han señalado el creciente ambiente de polarización política que vive el país. Ahora, ante un próximo proceso eleccionario “convocamos a participar con respeto y cuidar la sana convivencia, a buscar los acuerdos políticos y sociales que favorezcan el bien común de la nación y a no caer en descalificaciones y polarizaciones que solo nos llevan a dividirnos e impiden construir una patria para todos”, dice el mensaje de los obispos.
El país ha sido duramente estremecido por reiterados casos de corrupción en organismos públicos y privados, y en destacados profesionales. En su mensaje los obispos abordan esta situación reiterando lo dicho en la declaración de marzo pasado junto a otras muchas confesiones religiosas. En ella dicen: “Es también motivo de grave preocupación comprobar los innumerables casos de corrupción que han afectado de manera transversal a diversas instancias públicas y privadas, con escándalo de los ciudadanos, por el mal ejemplo y la deshonestidad, precisamente de aquellos que tienen un particular compromiso con el bien común. Es especialmente grave que estos hechos ocurran con los recursos públicos, que pertenecen a todos los chilenos y están destinados a dar solución a los graves problemas sociales que nos aquejan” (Declaración 14 de marzo 2024)”.
Durante su asamblea, los obispos revisaron los aportes entregados por las diócesis para la nueva Asamblea del Sínodo sobre la Sinodalidad y el trabajo de los organismos del Episcopado en vista a proyectar sus desafíos para quienes asumen los cargos directivos y responsabilidades en las comisiones episcopales para el período 2024-2027.
En esta ocasión fueron renovados todos los cargos, excepto el Secretario General que se renueva el próximo año. Como presidente fue elegido el arzobispo de La Serena, René Rebolledo; como vicepresidente el arzobispo de Antofagasta, Ignacio Ducasse; y el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González. Ellos integran el Comité Permanente con el arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí, por derecho propio, y el Secretario General, el obispo de Chillán, Sergio Pérez de Arce.
Durante sus asambleas los obispos suelen recibir una autoridad del Gobierno para abordar temas de actualidad, en mayor profundidad. Esta vez participó el Subsecretario del Interior del Gobierno de Chile, Manuel Monsalve, con quien pudieron conversar sobre diversos temas contingentes.