Jaime Sprengler, presidente del Episcopado, aseguró que fue “una experiencia de sinodalidad y una experiencia de escucha muy concretas”
Diez días de trabajo, 27 sesiones y 316 prelados en ejercicio pastoral. En números así fue la 61.ª Asamblea Plenaria de los obispos brasileños, celebrada del 9 al 19 de abril, en Aparecida, lugar donde el cardenal Jorge Mario Bergoglio –hoy papa Francisco– apostilló en el documento final las encomiendas de la V Asamblea del Episcopado latinoamericano.
“Reafirmamos y renovamos nuestra opción radical e incondicional por la defensa integral de la vida que se manifiesta en cada ser humano y en toda la Creación”. Así han puesto en perspectiva los obispos brasileños los desafíos tras salir de un ciclo de polarizaciones políticas en la ‘era [Jair] Bolsonaro’.
En su mensaje a la feligresía, reafirmaron que fue una oportunidad de dialogar y reflexionar sobre “nuestra participación en la misión de la Iglesia y la sociedad. Fue un momento de comunión y valoración de nuestras diversidades”.
Jaime Sprengler, arzobispo de Porto Alegre y presidente del episcopado más grande de latinoamérica, aseguró que estos 10 días de trabajo fueron “una experiencia de sinodalidad y una experiencia de escucha muy concretas, continuemos así, las diferencias son normales y saludables, pero vivimos la comunión, agradezco el empeño de tantos y muchos que colaboran con nosotros”. Sin dejar lugar a dudas.
Los derroteros de la Iglesia brasileña estarán centrados – explicó Spengler – en dar continuidad “a las líneas de evangelización, la pastoral de Juventud, el cuidado de la vida y de la casa común, asesorar ante las distintas realidades eclesiales”.
De hecho, los prelados retoman la ruta de la COP 30 de Naciones Unidas a realizarse en Brasil en 2025, la cual será una oportunidad para discernir [y actuar] frente al calentamiento global y generar alternativas sustentables para la vida en el planeta.
“Esa Conferencia podrá ser una oportunidad para mostrar el compromiso de los gobiernos con la obra de la Creación y la responsabilidad de mujeres y hombres como cuidadores de todo lo que Dios creó y les confió”, apuntaron.
Además “el Amazonas sufre”, por tanto, la gente de la selva que allí vive ya no puede ser sacrificada “en un modelo de explotación que no permite el buen vivir”, mientras que “los otros biomas: bosque atlántico, caatinga, pampa, pantanal están bajo una presión que es cada vez más difícil de revertir. Al final, toda la Casa Común sufre la destrucción”.
Los obispos brasileños advirtieron que “la democracia aún necesita cuidados” a 60 años después de la dictadura (1964), por ello, “tenemos la oportunidad de fortalecer el sistema democrático en las elecciones municipales de 2024, a través del voto consciente y libre”.
“La conciencia cívica debe estar al servicio de los intereses más profundos de nuestro pueblo, pues existen exigencias éticas para la consecución del bien común. Por tanto, los cristianos, laicos y laicos, no pueden renunciar a la participación en política”, indicaron.
Están preocupados frente al avance del extremismo, desconociendo “el proyecto de fraternidad social, haga del proceso electoral un escenario de intolerancia y aún más violencia”.
Frente a estos desafíos “creemos en los signos de esperanza. Las comunidades cristianas han sido ejemplos de solidaridad, amistad y responsabilidad social concretas”.
Las periferias sociales y existenciales son ejemplo de ello, que en medio de sus dificultades, encuentran en la comunidad “la mano tendida que a menudo les falta de las autoridades públicas. Sólo la cultura del encuentro puede promover una sociedad más justa y fraterna”.
Foto: CNBB