El Papa preside la oración mariana de Pascua con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro y pidió por el eterno descanso del misionero Matteo Pettinari fallecido en un accidente de tráfico en Costa de Marfil
El papa Francisco ha rezado nuevamente la oración mariana del Regina Caeli con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. En el día en el que se celebra la Jornada de Oración por las Vocaciones y por las Vocaciones Nativas el pontífice invitó a “sembrar la esperanza y cumplir la paz” a través de “la polifonía de carismas al servicio del evangelio”. En este sentido felicitó a los sacerdotes de la diócesis de Roma que siempre se ordenan este domingo. Lamentó, “con preocupación y también con dolor” la situación en Medio Oriente y “renovó la llamada a a no ceder la lógica de venganza de la guerra y que prevalgan las vías del diálogo y la diplomacia que pueden hacer algo”. En concreto pidió que “dejasen de sufrir” los pueblos israelí y palestino y que “no olvidemos la martirizada Ucrania que sufre tanto por la guerra”. Francisco también lamentó la muerte en un accidente de tráfico en Costa de Marfil del misionero de la Consolata Matteo Pettinari, conocido como el “misionero incansable” por cuyo eterno descanso pidió oraciones.
El Papa ha comentado el evangelio de este 4º Domingo de Pascua, dedicado siempre al Buen Pastor (cf. Jn 10,11-18), destacando la expresión de que “el pastor su vida por las ovejas”. Y es que en tiempo de Jesús, explicó, ser pastor “no era sólo un trabajo, sino una vida: no se trataba de tener una ocupación cronometrada, sino de compartir todo el día, e incluso las noches, con las ovejas, de vivir en simbiosis con ellas”. Por ello, “no es un mercenario” sino que “las conoce”.
También Jesús, añadió, “nos conoce, nos llama por nuestro nombre y, cuando nos descarriamos, nos busca hasta encontrarnos” ya que “Jesús no es sólo un buen pastor que comparte la vida del rebaño; es el Buen Pastor, que sacrificó su vida por nosotros y, resucitado, nos dio su Espíritu”. El Señor nos transmite, destacó, “no sólo que Él es el guía, la Cabeza del rebaño, sino sobre todo que piensa en cada uno de nosotros como el amor de su vida”.
“Yo para Cristo soy importante, insustituible, valgo el precio infinito de su vida. No es una manera de decir: Él dio verdaderamente su vida por mí, murió y resucitó por mí, porque me ama y encuentra en mí una belleza que yo a menudo no veo”, invitó a pensar a cada uno Francisco. Y es que lamentó: “¡cuántas personas se consideran hoy inadecuadas o incluso equivocadas! ¡Cuántas veces pensamos que nuestra valía depende de los objetivos que alcanzamos, de nuestro éxito a los ojos del mundo, de los juicios de los demás! ¡Cuántas veces acabamos tirándonos por la borda por pequeñeces!”
Ante estas situaciones, clamó el pontífice, “hoy Jesús nos dice que valemos mucho para Él, y siempre. Por eso, para reencontrarnos, lo primero que debemos hacer es ponernos en su presencia, dejarnos acoger y levantar por los brazos amorosos de nuestro Buen Pastor”. Así, concluyó, “recordarás que el Buen Pastor dio su vida por ti y que tú eres importante para Él, más aún, insustituible”.