“No se trata de juzgar la moralidad de las acciones y pensamientos de lo que otras personas hicieron en otras épocas y en otras circunstancias, sino de, como ya dijo san Juan Pablo II, ‘purificar la memoria'”, han reiterado
“Vendar heridas”. Esto es lo que quiere hacer la Iglesia de Tarragona, la cual, a través de su vicario General, ha pedido perdón por el papel de la Iglesia en el franquismo, “mostrando especialmente la proximidad a las víctimas y recordando que, al hablar de Memoria Histórica, se las incluye a todas y supone la voluntad de curar heridas, reconociendo el sufrimiento de tantas personas afectadas”.
“La historia del siglo pasado muestra que la Iglesia Católica sufrió persecuciones, juicios arbitrarios y asesinatos”, señala el comunicado. “El levantamiento militar de julio de 1936, en los lugares donde fracasó inicialmente, como es el caso de Cataluña, supuso una cruenta represión contra eclesiásticos, personas creyentes y otras de ideología conservadora, por considerar que eran partidarios de los sollevados. Además, con la quema de iglesias, monasterios y conventos, el patrimonio cultural e histórico de la Iglesia se vio gravemente afectado, con pérdidas irreparables. Esta represión fue ejercida por grupos llamados comités, miembros de partidos y sindicatos radicales, que aparentemente no dependían de las autoridades republicanas y actuaban al margen de toda ley”.
En este sentido, el arzobispado de Tarragona recuerda que “la Iglesia católica, desde el principio, ha considerado aquella represión como una auténtica persecución religiosa por odio a la fe (odium fidei), de la que fueron víctimas cerca de 2500 personas de Iglesia en Cataluña, sin contar muchas otras personas que podían encontrarse relacionadas”. Por este motivo, subraya, “la Iglesia católica está perfectamente legitimada, tal y como ha demostrado con su actuación, a hacer una lectura religiosa de los asesinatos de presbíteros, religiosos y religiosas, seminaristas y laicos comprometidos; ruega por ellos, les recuerda y ha promovido en estos últimos años su beatificación y reconocimiento, como por ejemplo las beatificaciones de los años 2013 y 2019 en Tarragona”.
Sin embargo, el comunicado no se queda ahí, y reconoce que, tras el conflicto bélico, “se desató una ola represiva, incluida la condena a muerte, contra las autoridades y militantes republicanos y ciudadanos de izquierdas, promovida por las propias autoridades franquistas”. “Parte de estas personas”, señala, “fueron enterradas junto a las carreteras, o bien, en fosas comunes de los cementerios, donde desgraciadamente continúan, sin identificar, en muchos casos, sus restos. En el Cementerio de Tarragona, hay contabilizadas cerca de 800 en las distintas fosas comunes”. Se trata, de hecho, de una época en la que también “la Iglesia de Tarragona tuvo que contemplar cómo su arzobispo, el cardenal Francisco de Asís Vidal y Barraquer, fue represaliado, siendo impedido poder volver a la sede primada y debiendo morir en el exilio”.
Con todo, “la Iglesia católica, maltrecha humana y patrimonialmente por el conflicto bélico y social, esperaba restablecer todo lo que había perdido y, salvadas honestas excepciones, hipotecó su libertad de acción pastoral a cambio de una protección que la llevó a silenciar lo que el Evangelio reclamaba”. Pedir perdón, por tanto, subraya el arzobispado, “es una cuestión de justicia, que ayudará a la Iglesia católica a recuperar su dignidad y que, sin duda, le acercará más al Evangelio”.
“No se trata de juzgar la moralidad de las acciones y pensamientos de lo que otras personas hicieron en otras épocas y en otras circunstancias”, continúa, sino de, “como ya dijo san Juan Pablo II con motivo del inicio del segundo milenio, es de ‘purificar la memoria'”. “No hay otra manera de hacerlo que ésta, indicada por el Papa, vendando heridas para que puedan, finalmente, cicatrizar en nuestra sociedad, transitando decididamente por los caminos nuevos que el Espíritu Santo nos propone”, asevera la Iglesia de Tarragona.
Finalmente, el arzobispado recuerda que el Archivo Histórico Archidiocesano de Tarragona dispone de documentación necesaria para la búsqueda de la represión, así como de las personas enterradas en las fosas del Cementerio de Tarragona, que pertenece al Hospital de Sant Pau y Santa Tecla. “Hace una década está digitalizada y totalmente accesible por Internet”, subraya. “En cuanto a la época franquista, abarca datos sobre traslado de cadáveres y restos humanos o presuntos fallecidos y se dispone de buena parte de libros de óbitos de las parroquias, posteriores a la Guerra Civil”. A la información depositada, que está digitalizada, “puede acceder libremente toda la ciudadanía desde la web, salvando la Ley de Protección de datos. Queda todavía algún material por catalogar y, en la medida de las posibilidades, se va añadiendo a lo que ya se encuentra a disposición de la ciudadanía”.