La COMECE aboga por un territorio más unido, “arraigado en la solidaridad práctica, especialmente hacia los miembros más vulnerables de las sociedades”
Los obispos europeos de la Comece, reunidos en Łomża (Polonia) para su Asamblea Plenaria de Primavera, redactaron el pasado 19 de abril una declaración para reafirmar su apoyo a la ampliación de las fronteras de la Unión Europea, recordando que “la Iglesia católica ha acompañado de cerca el proceso de integración europea desde sus inicios”.
“20 años han pasado de la primera ‘ampliación histórica de la UE'”, escriben, en un documento recogido por Vatican News. “Ese paso fue un hito en el proceso de europeización de la Unión, un paso hacia lo que está llamada a ser”, es decir, “un testimonio fuerte para nuestro tiempo de cómo la cooperación fraterna, en la búsqueda de la paz y arraigada en valores compartidos, puede prevalecer sobre los conflictos y las divisiones”.
Sin embargo, los obispos consideran que “junto a una sólida integración política y económica”, no ha madurado tanto en las sociedades europeas “un auténtico diálogo” entre “realidades nacionales, culturas, experiencias históricas e identidades diferentes”. Por ello, “mientras no se desarrolle plenamente un verdadero espíritu europeo, que incluya el sentido de pertenencia a una misma comunidad y de responsabilidad compartida, la confianza en el seno de la Unión Europea podría debilitarse y la creación de la unidad podría verse comprometida por los intentos de anteponer intereses particulares y visiones estrechas al bien común”.
El episcopado europeo recuerda también que el proceso de adhesión a la UE es “bidireccional”. Por un lado, exige a los países que aspiran a ella que “lleven a cabo reformas estructurales” en ámbitos “cruciales”, como el Estado de Derecho, el fortalecimiento de las instituciones democráticas, los derechos fundamentales, incluida la libertad religiosa y la libertad de los medios de comunicación, la lucha contra la corrupción y la delincuencia organizada, “evitando los dobles estándares en el trato a los países candidatos”. Y por parte de la UE, la ampliación debe verse como “una oportunidad para actualizar la idea de una Europa unida, arraigada en la solidaridad práctica”, especialmente hacia los “miembros más vulnerables de las sociedades”.