Según informa la web rusa independiente ‘Meduza’ y recoge el diario ‘Avvenire’, de la Conferencia Episcopal Italiana, el patriarca ortodoxo de Moscú, Kirill, ha impuesto una sanción a uno de sus sacerdotes diocesanos, Dmitri Safronov, por celebrar una misa ante la tumba Alexei Navalny, uno de los principales disidentes de Vladímir Putin. Tras su muerte en febrero, mientras estaba encarcelado por el régimen ruso en un penal situado en el círculo polar ártico, su familia no tuvo dudas a la hora de denunciar que había sido “asesinado” por orden directa del Kremlin.
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Según ‘Meduza’, Safronov fue uno de los clérigos moscovitas que exigieron públicamente a las autoridades que devolvieran a su familia el cuerpo de Navalny. Una situación que no se concretó hasta nueve días después del fallecimiento, cuando al fin se entregaron sus restos a la madre. Además, el religioso siempre se habría mantenido firme a la hora de no recitar oraciones por la “victoria” rusa en Ucrania, que ahora Kirill ya se atreve a plantear como una “guerra santa” contra un “Occidente” caído, según él, en las garras del “satanismo”.
Período de penitencia
La sanción consiste en que, “al menos hasta 2027”, el clérigo “no podrá impartir bendiciones, vestir la sotana y llevar la cruz sacerdotal”. Como explica en un comunicado la propia Iglesia ortodoxa moscovita, “al final del período de penitencia”, según se constate o no su “obediencia”, se tomará una decisión definitiva sobre su “servicio sacerdotal”.
Yulia Navalnaya expresses support for priest demoted after leading Navalny’s memorial service
Yulia Navalnaya has expressed her support for priest Dmitry Safronov, who was suspended by the Russian Orthodox Church after conducting a memorial service for her deceased husband… pic.twitter.com/SQlxSDc3eL
— Novaya Gazeta Europe (@novayagazeta_en) April 25, 2024
Más allá de la férrea disciplina interna que impone a su clero, Kirill, quien se ha entregado por completo a ofrecer una cobertura espiritual a Putin, ve cada vez más mermada su influencia espiritual fuera de Rusia. Estas semanas, por su defensa de que la invasión de Ucrania es una “guerra santa”, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) le ha acusado de haberle “mentido” y le ha exigido una reunión “urgente” para clarificar su posición; la Iglesia ortodoxa de Estonia se estaría planteando cortar toda relación con el Patriarcado de Moscú a instancias de su propio Gobierno; y el líder greco-católico ucraniano, Sviatoslav Shevchuk, le ha acusado de “blasfemo” y sacrílego”.