El Papa ha recibido hoy en el Vaticano a un grupo de peregrinos húngaros, quienes han llegado a Roma un año después, como ha recordado Francisco, de su visita a Hungría. Un viaje que “llevo en el corazón con gran gratitud”.
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“El Resucitado, apareciendo entre sus discípulos, les dio la paz. No olvidemos, hermanos y hermanas, que la realización de este gran don comienza en el corazón de cada uno de nosotros; comienza frente a la puerta de mi casa cuando, antes de salir, decido si quiero vivir ese día como hombre o mujer de paz, es decir, vivir en paz con los demás”, ha dicho el Papa, subrayando que “la paz llega cuando decido perdonar, aunque sea difícil, y esto llena mi corazón de alegría”.
“Además de como peregrino”, ha continuado, “quería venir entre vosotros como hermano”. “Especialmente en el encuentro con vosotros, queridos obispos, queridos sacerdotes, religiosos y religiosas”, ha apuntado. “Os he animado a adoptar como actitud y estilo de vida el “estilo de Dios”, hecho de ternura, cercanía y compasión. No olvidéis esto: el estilo de Dios es la ternura, la cercanía y la compasión”.
Buscar las raíces
Por último, el Papa ha recordado que llegó a Hungría “como un amigo”. En particular, “recuerdo con gran alegría el encuentro con vosotros, queridos jóvenes. Todavía quiero animaros a caminar en diálogo con las generaciones que os precedieron. Hablando con los abuelos, con los mayores de tu pueblo; a buscar las raíces, porque así sentaréis bases sólidas para el futuro”.
“Como amigo también he conocido a personas en condiciones de sufrimiento: refugiados, pobres, marginados”, ha concluido, agradeciendo al pueblo húngaro su “corazón abierto hacia los refugiados ucranianos que abandonaron su país a causa de la guerra. Y también aprecio vuestros esfuerzos por integrar a quienes viven en las periferias de la sociedad”.