Esta mañana, en el Aula Pablo VI, el papa Francisco ha recibido en audiencia a los abuelos, ancianos y nietos que participan en el encuentro ‘La caricia y la sonrisa’ promovido por la Fundación Età Grande. Un evento en el que ha participado y actuado el cantante italiano Al Bano y que ha reunido a más de 6.000 personas.
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En su discurso, el Papa ha reflexionado “sobre el hecho de que el amor nos hace mejores, nos enriquece y nos hace más sabios, en todas las edades”.
“¡Demuestren que se mejoran amándose unos a otros!”, ha dicho el Papa. “Y os lo digo como ‘abuelo’, con el deseo de compartir la fe siempre joven que une a todas las generaciones”. Y, una vez más, Francisco ha recordado que él también recibió ese amor de su abuela, “de quien aprendí por primera vez a conocer a Jesús, que nos ama, que nunca nos deja solos y que nos anima a estar cerca unos de otros y a no excluir nunca a nadie”.
Estar juntos
“De ella escuché la historia de aquella familia donde había un abuelo que como ya no comía bien en la mesa y se ensuciaba, lo echaron y lo obligaron a comer solo”, ha recordado el Papa. “¡No fue nada bueno, de hecho, fue muy malo! Así que el sobrinito se puso a trastear con el martillo y los clavos durante unos días y, cuando su padre le preguntó qué estaba haciendo, respondió: ‘Te construiré una mesa para que puedas comer solo cuando llegues a viejo!’. Mi abuela me enseñó esto y nunca lo he olvidado”. Así, ha animado a no olvidar que “sólo estando juntos con amor, sin excluir a nadie, nos volvemos mejores, más humanos”.
“No sólo eso”, ha añadido, “sino que también te vuelves más rico”. “Nuestra sociedad está llena de personas especializadas en muchas cosas, ricas en conocimientos y medios útiles para todos”. Sin embargo, ha apuntado que “si no se comparte y cada uno piensa sólo en sí mismo, toda la riqueza se pierde y, de hecho, se convierte en un empobrecimiento de la humanidad”.
Este es, para el Papa, “un gran riesgo para nuestro tiempo: la pobreza de la fragmentación y el egoísmo. Pensemos, por ejemplo, en algunas expresiones que utilizamos. Cuando hablamos del ‘mundo de los jóvenes’, del ‘mundo de los viejos’, del ‘mundo de esto y de aquello’… ¡Pero sólo hay un mundo! Y está formado por muchas realidades que se diferencian precisamente para ayudarse y completarse mutuamente”.
Así, ha subrayado que “las generaciones, los pueblos y todas las diferencias, si se armonizan, pueden revelar, como las caras de un gran diamante, el maravilloso esplendor del hombre y de la creación”.
Los abuelos son la memoria
Además, ha advertido que frases como “¡piensa en ti mismo!”, “¡no necesitas a nadie!” son “falsas, que engañan a las personas, haciéndoles creer que es bonito no depender de los demás, hacerlo por cuenta propia, vivir como islas, mientras que son actitudes que sólo crean mucha soledad”. “Como cuando, debido a la cultura del descarte, las personas mayores se quedan solas y tienen que pasar los últimos años de su vida lejos de casa y de sus seres queridos”, ha lamentado.
Por ello, ha animado a construir “juntos este mundo, no sólo desarrollando programas asistenciales, sino también cultivando diferentes proyectos de existencia, en los que los años que pasan no sean considerados una pérdida que disminuye a alguien, sino un bien que crece y enriquece a todos: y como tal son apreciados y no temidos”.
“Esto nos lleva al último aspecto: el amor que te hace más sabio”, ha continuado el Papa. “Queridos nietos, vuestros abuelos son la memoria de un mundo sin memoria”, ha señalado. “Escuchadlos, especialmente cuando te enseñan con su amor y con su testimonio a cultivar los afectos más importantes, que no se obtienen a la fuerza, no aparecen con éxito, sino que llenan la vida”.
“Cuando ustedes, abuelos y nietos, viejos y jóvenes, están juntos, cuando se ven y hablan a menudo, cuando se cuidan unos a otros, su amor es un soplo de aire limpio que refresca el mundo y sociedad y nos hace a todos más fuertes, más allá de los vínculos familiares”, ha aseverado Francisco.