Habiendo concluido el encuentro con los reclusos en el patio interior de la prisión, el papa Francisco se ha dirigido a la capilla de la misma para su encuentro con los artistas, donde fue recibido por el cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación y Comisario del Pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Arte de Venecia.
“Tenía muchas ganas de venir a la Bienal de Arte de Venecia para devolver la visita, como es buena costumbre entre amigos”, ha dicho el Papa. “De hecho, el pasado mes de junio tuve la alegría de recibir en la Capilla Sixtina a un nutrido grupo de artistas”. Ahora, ha agregado, “soy yo quien viene ‘a vuestra casa’ para conoceros personalmente, para sentirme aún más cerca de vosotros y, de esta manera, agradeceros lo que sois y lo que hacéis”.
De esta manera, Francisco ha iniciado un discurso en el que ha querido subrayar un mensaje: “el mundo necesita artistas”, tal como “lo demuestra la multitud de personas de todas las edades que frecuentan lugares y eventos de arte”.
“Confieso que no me siento un extraño a vuestro lado: me siento como en casa”, ha continuado. “Y creo que en realidad esto se aplica a cada ser humano, porque, a todos los efectos, el arte tiene el estatus de una ‘ciudad de refugio’, una entidad que desobedece el régimen de violencia y discriminación para crear formas de pertenencia humana capaces de reconocer, incluir, proteger, abrazar a todos. Todos, empezando por el último”.
Así, el Papa les ha hecho una propuesta: “sería importante que las diversas prácticas artísticas pudieran constituirse en todas partes como una especie de red de ciudades de refugio, colaborando para liberar al mundo de antinomias sin sentido y ahora vacías, pero que pretenden imponerse en el racismo, la xenofobia, la desigualdad, desequilibrio ecológico y de la aporofobia, ese terrible neologismo que significa ‘fobia a los pobres’”, ya que “detrás de estas antinomias siempre está el rechazo del otro”. “Les imploro, amigos artistas, imaginen ciudades que aún no existen en el mapa: ciudades en las que ningún ser humano sea considerado un extraño”, ha añadido Francisco.
El título del pabellón de la Bienale en el que ha tenido lugar este encuentro es ‘Con mis ojos’. Por ello, el Papa ha subrayado que “todos necesitamos que nos miren y atrevernos a mirarnos a nosotros mismos. En esto, Jesús es el Maestro perenne: mira a todos con la intensidad de un amor que no juzga, sino que sabe estar cerca y animar”. “Yo diría que el arte nos educa a este tipo de mirada, no posesiva, no cosificante, pero tampoco indiferente, superficial; nos educa a una mirada contemplativa”, ha afirmado.
Por este motivo, el Papa ha recordado que, si bien “los artistas están en el mundo”, están llamados “a ir más allá”. Por ejemplo, “hoy más que nunca urge que sepan distinguir claramente el arte del mercado. Por supuesto, el mercado promueve y canoniza, pero siempre existe el riesgo de que ‘vampirice’ la creatividad, robe la inocencia y, finalmente, instruya fríamente qué hacer”.
Para finalizar, Francisco ha apuntado el sentido de que este encuentro haya tenido lugar en la prisión de mujeres de Giudecca. “Es cierto que nadie tiene el monopolio del dolor humano”, ha apuntado. “Pero hay una alegría y un sufrimiento que se juntan en lo femenino de forma única y que debemos escuchar, porque tienen algo importante que enseñarnos”. Así, ha mencionado a artistas como Frida Khalo, Corita Kent o Louise Bourgeois, con la esperanza puesta “de todo corazón” en que “el arte contemporáneo pueda abrir nuestra mirada, ayudándonos a potenciar adecuadamente el aporte de las mujeres, como coprotagonistas de la aventura humana”.