Vaticano

Francisco se despide de Venecia: “El Evangelio transforma nuestra vida para hacernos artistas capaces de difundir los frutos del amor”

El Papa ha celebrado la eucaristía de este domingo en la plaza de San Marcos





“La metáfora de la vid, si bien expresa el cuidado amoroso de Dios por nosotros, por otro lado nos advierte, porque, si rompemos este vínculo con el Señor, no podemos generar frutos de una buena vida y nosotros mismos corremos el riesgo de convertirnos en sarmientos que se desechan”. Así lo ha asegurado el papa Francisco en su homilía durante la misa que ha tenido lugar en la catedral de San Marcos de Venecia, donde se encuentra de visita a la Bienale que ha tenido lugar este domingo.



“A la luz de la imagen utilizada por Jesús”, ha continuado el Papa, “pienso también en la larga historia que une Venecia al trabajo de los viñedos y a la producción del vino, al cuidado de tantos viticultores y a los numerosos viñedos que han surgido en las islas de la laguna y en los jardines entre las calles de la ciudad, y a quienes contrataban a los monjes en la producción de vino para sus comunidades”. Y es que “la metáfora que surgió del corazón de Jesús también se puede leer pensando en esta ciudad construida sobre el agua y reconocida por su singularidad como uno de los lugares más evocadores del mundo”.

Venecia, ha dicho el Papa, “es una con las aguas sobre las que se asienta, y sin el cuidado y protección de este entorno natural podría incluso dejar de existir”. “Nuestra vida también es así”, ha subrayado, ya que “también nosotros, habiendo estado siempre sumergidos en las fuentes del amor de Dios, hemos sido regenerados en el Bautismo, hemos renacido a una vida nueva por el agua y el Espíritu Santo e insertados en Cristo como los sarmientos en la vid”. De esta manera, “la savia de este amor fluye dentro de nosotros, sin la cual nos convertimos en ramas secas que no dan fruto”.

Sarmientos unidos a la vid

Y es que esto “es lo que importa”: permanecer en el Señor. “Este verbo, permanecer, no debe interpretarse como algo estático, como si quisiera decirnos que nos quedáramos quietos, estacionados en la pasividad; en realidad, nos invita a ponernos en movimiento, porque permanecer en el Señor significa crecer en la relación con Él, dialogar con Él, acoger su Palabra, seguirlo por el camino hacia el Reino de Dios”. Por tanto, “se trata de ponerse en marcha, en el camino tras Él, dejándonos provocar por su Evangelio y convirtiéndonos en testigos de su amor”.

Los cristianos, ha subrayado el Papa, “somos sarmientos unidos a la vid, la viña del Dios que cuida de la humanidad y creó el mundo como un jardín para que podamos florecer en él y hacerlo florecer”, para lo cual “debemos permanecer unidos a Cristo”, ya que solo así “podremos llevar los frutos del Evangelio a la realidad en que vivimos: frutos de justicia y de paz, frutos de solidaridad y cuidado mutuo; elecciones cuidadosas para salvaguardar el patrimonio ambiental pero también el humano”.

Finalmente, el Papa se ha despedido de Venecia: “es hermoso que en vuestra ciudad se pueda respirar el clima de la Bienal, que recoge, explora y difunde la riqueza multifacética de las artes”. Por eso, ha subrayado que “el Evangelio, transformando y configurando nuestra vida, quiere hacernos también artistas capaces de difundir por todas partes los frutos del amor y de la alegría”.

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