José Antonio Álvarez: “Cuando rivalizamos, nos polarizamos y descalificamos, perdemos la credibilidad del Evangelio”

Vida Nueva entrevista al nuevo obispo auxiliar de Madrid, hasta ahora rector del seminario, que asegura sentirse “abrumado y superado” por su nombramiento

El obispo auxiliar de Madrid, José Antonio Álvarez

Madrileño de cuna, José Antonio Álvarez era hasta hace unos días el rector del Seminario Conciliar de Madrid. El lunes 23 de marzo el papa Francisco le designó obispo auxiliar de Madrid junto a Vicente Martín Jiménez, convirtiéndose así en una de las piezas claves del engranaje de la Iglesia de la capital de España en la era del cardenal José Cobo. Teólogo y máster en Discernimiento Vocacional y Acompañamiento Espiritual, además es director espiritual en el Movimiento Cursillos de Cristiandad y viceconsiliario nacional de Manos Unidas.



PREGUNTA.- ¿Cómo va la resaca del nombramiento?

RESPUESTA.- Uno se siente abrumado y superado, acompañado de otras sensaciones bonitas, porque me estoy sintiendo querido, acompañado y sostenido por las palabras, la oración  y la fe de toda la Iglesia. También hay que reconocer que, en medio de toda la inquietud y agobio que aparece, igualmente sobrevuela el cariño del Pueblo de Dios que sostiene la vida de sus pastores.

P.- ¿En algún momento se le pasó por la cabeza que se podría confiar en usted como como obispo?

R.- Ciertamente no. De hecho, cuando me llamó el nuncio fue una gran sorpresa y le transmití que todo esto me superaba. Después de trascender la noticia, hay quien me ha dejado caer que lo veían venir. Yo, desde luego no puedo decir que fuera profeta antes de que acontecieran los hechos. Ni lo esperaba ni lo buscaba.

P.- ¿Cómo ha caído la reacción en sus seminaristas? A lo mejor alguno respira de alivio por quitárselo de encima…

R.- Eso mismo se lo dije yo a ellos cuando el cardenal, Vicente y yo entramos en el comedor del seminario. Hubo una respuesta de gozo, de alegría de cariño y de afecto. En broma, les comenté: “¡Por fin habéis conseguido echarme!”. Justo después les pedí perdón por las veces que no he sido ejemplo y testimonio edificante, a la vez que les daba gracias, porque en estos años me han permitido vivir muy de cerca el misterio de la vocación. Dios sigue llamando, Dios sigue contando con nosotros. Vivir esa experiencia tan cotidianamente, tan diariamente, es un bien que ahora Don José nos está invitando a valorar, a mirar la vida como vocación de todo cristiano, esa vocación bautismal y, dentro de ese camino de seguimiento de Cristo, responder a las llamadas particulares que el Señor nos hace a todos. Todo esto lo he vivido yo con mucha naturalidad y con mucha vivacidad en estos años.

P.- ¿Cómo ha vivido la reforma de los seminarios solicitada por Roma? En Madrid no afecta la cuestión de reagrupación de centros, como la preocupación manifiesta del Papa por la ideologización… ¿Los seminaristas de Madrid están ideologizados?

R.- Yo creo que no. Los seminaristas son hijos de su tiempo y hoy tienen también un sesgo como jóvenes: entusiastas, ilusionados, pero también a veces les falta un poco de participación más comprometida y comunitaria. En ese contexto, la formación hoy en los seminarios es un tema clave y la visita a los seminarios por parte de la Santa Sede y el informe que se ha presentado, responde precisamente esta naturaleza, que la iglesia vive preocupada por la formación de los futuros presbíteros. Desde ahí,  hay que garantizar  comunidades formativas que garanticen una formación adecuada para los tiempos actuales. Ahí, las categorías ‘discípulos misioneros’ son esenciales en el plan de formación de la Iglesia en España desde el año 2020.

El cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, junto a los obispos auxiliares José Antonio Álvarez

El cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, junto a los obispos auxiliares José Antonio Álvarez y Vicente Martín

P.- ¿Está preparado para entrar en la trinchera eclesial en la que a unos se les etiqueta como ‘progres’ y a otros como ‘carcas’ y que eso le condicione al ejercer su ministerio?

R.- Me gustaría ir, quizás sea mi sueño, una Iglesia unida, y come dice Jesús, el Señor, en la noche de su Pasión: “Que todos sean para que el mundo crea”. Me da pena cuando las ideologías nos ciegan y nos impiden mirar al otro como a un hermano, como parte de mi vida, con las diferencias que efectivamente hay. Esas diferencias bien vividas y cordialmente acogidas pueden ser ocasión de crecimiento. Cuando rivalizamos, nos polarizamos y descalificamos, me parece que lo que perdemos, sobre todo, es la credibilidad del Evangelio y lo que la Iglesia hoy está llamada, y me parece que en este momento con urgencia, es a ser creíble. Sí me preocuparía entrar en esas batallas que a mí ya me han hecho sufrir. Este pasado domingo, en el marco de la Jornada Mundial por las vocaciones, pasaron los distintos grupos, movimientos y asociaciones de la Iglesia en Madrid por la capilla del seminario dentro de las 48 horas ante el Señor en oración. Se me ha quedado grabado cómo un seminarista compartía que lo que más le hacía sufrir era la falta de comunión, la división, la confrontación y el enfrentamiento.

P.- ¿Fue clave para los seminaristas de Madrid redescubrir a Francisco en la reciente audiencia que mantuvieron y acabar con miradas distorsionadas del Papa?

R.- Claramente. Algún seminarista lo ha expresado y para mí fue motivo de profunda alegría, porque compartió directamente a Santo Padre y luego también a nosotros en el ámbito de la comunidad, que a veces había mirado con desconfianza al Papa. Me parece que es algo edificante e ilusionante.

P.- ¿Estás preparado también para que se te identifique como uno de los hombres de Cobo, con lo que implica?

R.- Ciertamente soy auxiliar de Madrid, el cardenal arzobispo es José Cobo y lo que ahora me pide la Iglesia a través del Santo Padre es la colaboración en esta misión, como auxiliar de Madrid.

P.- Pierde el seminario como comunidad de referencia. ¿Listo para ser de todos y de nadie, para esa soledad de la mitra y el báculo?

R.- Es una tarea para asumir y aprender a vivir de una manera diferente. Mi vida como sacerdote ha estado durante 22 años muy ligada al seminario y siempre he estado en la comunidad formativa del Secretario. Es verdad que ahora comenzamos una nueva etapa y una nueva forma también de vivir el ministerio con los hermanos presbíteros, con el pueblo de Dios y muy especialmente con los hermanos obispos, con los que compartiremos también trabajo muy estrechamente. Reconozco que la comunión y la fraternidad sacerdotal las tenemos que seguir trabajando y los curas nos tenemos que ayudar a vivir mejor. La  compañía y cierta forma de vida comunitaria es un bien.

P.- Ser viceconsiliario de Manos Unidas, ¿le ha ayudado a resituar los problemas de la Iglesia del primer mundo?

R.- Desde luego. Manos Unidas ha sido un paso de Dios por mi vida, indudablemente, donde he ido descubriendo la caridad de Cristo para con los más pobres y en los lugares también más débiles, donde fragilidad se hace tan palpable. La Iglesia allí se hace presente como buen samaritano. Poder visitar. Al parecer los proyectos en la India fue un momento muy especial, porque ves una Iglesia samaritana, presente en lugares muy pobres y, a la vez, con una vida muy evangélica y edificante.

P.- Si le presentarán como ‘el obispo de Manos Unidas’, ¿le alegraría?

R.- El consiliario actual de Manos Unidas es el obispo de Logroño, Santos Montoya. Somos compañeros de curso, nos conocemos bien y está haciendo una gran tarea, una gran misión. Manos unidas es obra de toda la Iglesia en España y cada uno desde donde estamos, tenemos que seguir potenciando esa gran bendición que la iglesia en España tiene.

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