El subsecretario de la Secretaría General del Sínodo, el agustino español Luis Marín de San Martín, está convencido de que la sinodalidad, “como todo proceso de reforma, para ser viable, debe comenzar necesariamente desde abajo”. Así lo manifestó en su intervención en el Encuentro Internacional de Párrocos para el Sínodo que se celebra a las afueras de Roma y que culminará mañana cuando los sacerdotes sean recibidos por el papa Francisco.
“Estamos viviendo en la Iglesia un tiempo de renovación y esperanza que implica a todos y que necesita de todos”, compartió el religioso español, con la mirada puesta que no se trata de “algo ocasional”, sino que “pertenece a la esencia de la Iglesia”. “Es estructural y configurador, no esporádico o accidental”, insistió ante los curas llegados desde los cinco continentes sobre esta “dimensión constitutiva de la Iglesia”.
Así, Marín compartió que la sinodalidad se aterriza “en desarrollos diversos y en estructuras variadas” como el Concilio ecuménico, el Sínodo de los Obispos, los Sínodos de las diócesis, los diferentes consejos parroquiales o diocesanos, los capítulos y asambleas de los religiosos… Y es ahí donde la parroquia “adquiere una enorme importancia”, al considerarla “un laboratorio de sinodalidad”.
En este sentido, recordó a los presentes que están llamados hacer realidad la dimensión comunitaria de la parroquia a la luz del Concilio Vaticano II, en tanto que integre, “en torno a la Eucaristía, centro de la vida de la Iglesia y de la parroquia, a los diversos grupos, más aún, a los diferentes ministerios y vocaciones”. De esta manera, para el subsecretario la sinodalidad contribuye a la coherencia y la autenticidad de la Iglesia. Con esta idea como base, alertó de entender el ministerio del párroco como servicio “sin diluirlo en el empobrecedor democratismo asambleario ni recluirlo en el hiriente clericalismo verticalista”.
En su intervención, el arzobispo agustino se adentró también en la importancia de la relación entre Iglesia universal e Iglesias particulares “siempre cum Petro et sub Petro”, para detallar que “la Iglesia universal es comunión de Iglesias particulares, no su mera suma”. Desde esa misma perspectiva, explicó que el sacerdocio es un ministerio “insertado y comunitario” y no “desgajado e individualista”.
A la hora de poner en marcha un conversión misionera y sinodal de la parroquia, Marín animó a los presbíteros presentes en el encuentro a “acercar el Evangelio al pueblo a través del anuncio de la fe y de la celebración de los sacramentos”. Con el convencimiento de que la parroquia “es una casa en medio de las casas”, tal y como expresó Juan Pablo II en Christifideles laici, les planteó alejarse de “una visión teórica y lejana, estática y fosilizada” y apostar por una mirada “dinámica y creativa, insertada en este tiempo y en esta historia”. Para ello, urge una mayor “creatividad” que conduce “de forma natural a una revisión de las estructuras”.
Ante los párrocos, Marín de San Martín también subrayó algunas de las claves del documento de síntesis de la primera sesión de la Asamblea sinodal del pasado octubre que les afectan directamente como la misión de los laicos en las comunidades cristianas, las diversas formas del ministerio pastoral de presbíteros y diáconos, el obstáculo del clericalismo y de las diversas formas de exclusión, las nuevas fronteras como la misión digital y su implicación en la renovación de las estructuras parroquiales.