Enma Noguero: “Fernando Sánchez Dragó sigue aquí”

Cuando se cumple un año de la muerte de Fernando Sánchez Dragó, surge de entre las arcas de su casa soriana de Castrilfrío ‘Querido nano’ (Planeta), una ficción que hilvana la correspondencia que el reconocido escritor mantuvo con su madre, Elena, a lo largo de tres décadas. La responsable de estas páginas es su última pareja… su amiga, compañera y confidente con quien compartió los siete últimos años de su vida.

• WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
• PODCAST: Belleza trascendente entre rejas
• Regístrate en el boletín gratuito

PREGUNTA.- Las cartas entre la madre de Fernando y él, ¿llegaron a usted porque necesitaban que alguien las plasmara en tinta?

RESPUESTA.- Llegaron a mí casi por una carambola literaria. También sin el casi. Cuando terminé de leer el grueso de la correspondencia entre madre e hijo me di cuenta de que ahí había un valioso material literario. No podía hacer otra cosa que no fuese ponerlas en negro sobre blanco para que todo aquel que quiera pueda conocer esta historia.

P.- ¿Nunca se le ocurrió a Fernando hacer algo con ese material?

R.- Fernando escribió mucho, muchísimo, sobre su vida. De alguna manera su madre, la historia de su madre, siempre estuvo presente en su literatura. También el padre, a quien dedicó toda una novela titulada ‘Muertes paralelas’. Fernando era tan absolutamente creativo que a todas horas se le ocurrían nuevos argumentos e historias que contar. Estoy segura de que si hubiese vivido un poco más hubiera aprovechado el material del que bebe ‘Querido Nano’.

Una mujer increíble

P.- ¿Cómo era Elena Dragó?

R.- Era, por lo que me contó Fernando y por lo que pude descubrir a partir de las cartas, una mujer increíble. Medio francesa medio alicantina, franciscana y absolutamente libre. Educó a su hijo según la premisa de dejar que su vida viviese. Viuda de guerra, casada en segundas nupcias y madre, vivió todo tal y como ella quiso: con respeto a todo el mundo, cariño hacia los suyos y una filosofía de vida envidiable.

P.- La correspondencia abarca de 1956 a 1980… ¿Es este libro parte de las memorias que el propio escritor dejó inacabadas?

R.- Viene a completar, a través de la voz de su madre, todo lo que Fernando contó y dejó por contar