Para Vicente Jiménez, “la gran batalla es la que sostiene el Señor con su Iglesia para sacarla de la mediocridad, de la tibieza y de la rutina”. Así lo expresó esta mañana el arzobispo emérito de Zaragoza, administrador apostólico de Huesca y Jaca, y coordinador del Equipo Sinodal de la Conferencia Episcopal Española.
El prelado fue el responsable de abrir la Asamblea Sinodal celebrada hoy en Madrid para reflexionar sobre las aportaciones que la Iglesia española enviará a Roma con la vista puesta en la segunda vuelta del Sínodo de la Sinodalidad que se celebrará en otoño.
Junto a Jiménez, estuvieron en el encuentro el presidente del Episcopado y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello; el cardenal de Barcelona, Juan José Omella; el secretario general de los obispos, César García Magán; así como los arzobispos de Zaragoza y Tarragona, y los obispos de Solsona y León.
“Sin el Espíritu Santo, no habrá Sínodo”, sentenció Jiménez, convencido de que “caminar juntos” es un elemento “constitutivo de la Iglesia”. En este sentido, recordó que la evangelización es “motor de la misión en la Iglesia”, para “avanzar en el camino de Jesús siguiendo sus huellas” con el fin de ser “discípulos misioneros”.
Sobre el encuentro celebrado esta mañana, señaló que la asamblea no es “ estrategia pastoral”, sino que “ha de ser una experiencia pastoral de encuentro con el Señor”. “Es un momento de gracia en el que el Señor pasa por nuestras Iglesias”, apuntó. Así, invito a los presentes que sean capaces de “abrir caminos de futuro y rutas de renovada esperanza”. “Las inercias son grandes”, lamentó sobre el “siempre se ha hecho así”, aunque también apunto que se ven “luces” de esperanza en el camino sinodal.
“Todo el proceso sinodal tenemos que vivirlo como un kairós, como un momento de gracia, del paso del Señor por nuestras vidas”, apreció después el sacerdote Luis Manuel Romero, secretario del Equipo Sinodal de la Conferencia Episcopal Española. “Hay ciertas inercias que cuesta cambiar”, admitió el presbítero, que invitó a los participantes de la asamblea a ver “los brotes verdes que están dejándose ver en nuestra Iglesia”.