La Iglesia española remasteriza su pastoral con migrantes: “Son profetas del clamor de Dios”

  • La Conferencia Episcopal Española da a conocer una exhortación que busca ser una hoja de ruta para una integración más allá del asistencialismo
  • A la vez que se exige a los poderes públicos “apertura de vías legales y seguras” y el cierre de los CIE, se pide a la propia Iglesia un mayor trabajo en red
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Un migrante, tras su llegada a Arguineguín (Gran Canaria)

“Las personas migradas no son un problema, son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos”. Bajo esta premisa del papa Francisco en la encíclica ‘Fratelli Tutti’, los obispos españoles vertebran la nueva exhortación pastoral ‘Comunidades acogedoras y misioneras: Identidad y marco de la pastoral con migrantes”. El documento, que fue presentado ayer, se aprobó en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española celebrada en Madrid a comienzos de marzo y busca actualizar el ‘vademécum’ anterior sobre esta materia que fue publicado hace 17 años.



El nuevo documento, amén de analizar el contexto actual, ejerce de hoja de ruta para reforzar el trabajo que ya vienen realizando parroquias, diócesis y congregaciones, a la vez que recopila las principales demandas con la mirada puesta en las Administraciones.

El cierre de los CIE

A los poderes públicos se les pide la “apertura de vías legales y seguras para los migrantes”, así como leyes que permitan “el acceso a la regularización, al trabajo digno, la vivienda, la sanidad, la educación, la cultura”. “Exhortamos a las administraciones públicas a desarrollar programas eficaces para la integración de los niños y niñas migrantes y jóvenes no acompañados una vez alcancen la mayoría de edad”, se añade como otra petición.

Y una vez más, la Iglesia aboga por el cierre de los centros de internamiento para extranjeros (CIE). Eso sí, mientras sigan abiertos, la Iglesia respalda a los capellanes y a los equipos que acompañan a los internos para “reforzar la atención pastoral y el cuidado integral”, además de valorar el trabajo que realiza la pastoral penitenciaria.

Contra la trata

Los obispos ejercen de altavoz de denuncia para condenar que “no es tolerable que se siga dejando morir a las personas en las fronteras o en su intento de cruzarlas, en los desiertos, en el mar o en cualquiera de las situaciones que implica el viaje de los migrantes”. A la par, denuncian a las mafias de la trata y reclaman que “han de ser combatidas con las herramientas de cualquier estado de derecho”. De la misma manera, se contempla el derecho a migrar “de forma segura” y el derecho a “a no tener que migrar”.

El documento tumba algunos de las etiquetas que se adosan al fenómeno migratorio, echando mano de argumentos: “Como cualquier estudio serio corrobora, el mantra ‘los inmigrantes quitan puestos de trabajo’ no resiste el contraste con las cifras reales, ya que nuestra economía demanda, porque necesita, una gran cantidad de mano de obra migrante, sin la cual el exitoso desempeño de esta no habría tenido lugar”. “Los migrantes no solo no son una amenaza laboral para la ciudadanía española, sino que son un recurso valioso y necesario del que dependemos, sobre todo cuando están laboralmente cualificados”, expone el texto.

Arma política

De hecho, se llama a los católicos a que “seamos críticos con narrativas que, bien despreocupados por las causas de las migraciones, bien instrumentalizando el sufrimiento, utilizan a los migrantes o refugiados como arma política”.

“La integración, que no asimilación, de las personas migradas en la Iglesia es uno de los signos de los tiempos eclesiales más claros”, se leen en la exhortación episcopal, que va más allá: “Muchos migrantes son profetas del clamor de Dios que desnuda una religiosidad desencarnada o un sistema político y económico excluyente, y el más salvaje capitalismo que no tiene misericordia con los más pobres…”. Por ello, los obispos sentencian que “su presencia nos interpela y nos empuja a trabajar por una Iglesia cada vez más inclusiva”. En este proceso de conversión eclesial interna, se advierte de que “una espiritualidad centrada en Jesús que no lleve a la compasión y la hospitalidad no es realmente cristiana, será otra cosa, un sucedáneo”.

Protagonistas de la comunidad

En este sentido, se da por superada la mirada asistencialista al extranjero, para considerarle un protagonista más de la comunidad desde “la promoción humana integral con especial atención a la dimensión religiosa, pero sin dicotomías ni reduccionismos de uno u otro signo”. Así se propone que formen parte de los consejos pastorales parroquiales y sumar experiencias de hospitalidad, como “grupos de oración, cafés-tertulias, acciones de patrocinio comunitario como pisos tutelados por miembros de las parroquias o movimientos, grupos de escucha y orientación psicológica para gestionar la soledad, talleres de formación para personas recién llegadas y también sobre la cultura del encuentro que ayuden a sensibilizar y situar a las comunidades que acogen”.

En aras de promover una “transformación de mentalidades y estructuras pastorales”, se llama a reforzar las delegaciones y secretariados de Migraciones, para que trabajen en red con las demás delegaciones, Cáritas, la vida consagrada. De la misma manera, se busca dar un salto en el trabajo interdiocesano. Para ello, se toman como referentes los pasos dados por el Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal en los proyectos de la Mesa del Mundo Rural, los Corredores de Hospitalidad, la Guía atlántica de hospitalidad, la Guía de recursos para migrantes. El planteamiento pasa porque “la acción caritativa de la Iglesia no es una acción aislada”, sino que precisa del “abrazo integral de la Iglesia”. “No podemos conformarnos con ir tirando o tapando agujeros. De ahí la llamada a repensar y plantearnos nuevas maneras que simplifiquen y hagan más eficaz el servicio y el testimonio de una comunidad acogedora y misionera”, se apunta.

Más formación

Entre las sugerencias que lanza la exhortación como nuevos caminos a explorar, se encuentra, por ejemplo,” parroquias no necesariamente territoriales, parroquias con una misión prioritaria, un nuevo ministerio laical al servicio de la acogida, etc.”. De la misma manera, se reclama formación en Doctrina Social para seminaristas y sacerdotes, así como programas para facilitar la incorporación de curas llegados de otros países. Incluso se propone un ‘erasmus’ en territorios de misión para seminaristas. O tal y como lo recoge el documento: “Realizar experiencias pastorales en los países de misión ad gentes, especialmente aquellos que coinciden con los países de origen de los grupos de migrantes mayoritarios en la diócesis”.

El documento episcopal también reclama “cuidar la maternidad en situaciones vulnerables”, que implica tanto “proteger a las mujeres migradas en estado de gestación y a las mujeres solas con niños a su cargo, e identificar potenciales víctimas de la trata, asegurándoles el apoyo necesario”.

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