No ha pasado un año desde que Río Grande do Sul, fronterizo con Argentina y Uruguay, fue azotado por un ciclón. Ahora, a principios de mayo las torrenciales lluvias e inundaciones vuelven a esta región, dejando a su paso hasta el momento el fatal saldo de 83 muertos, 276 heridos, 111 desaparecidos y más de 850.000 personas damnificadas, en 317 municipios.
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El propio papa Francisco, en la oración del Regina caeli, encomendó a las poblaciones afectadas por las grandes inundaciones. “Que el Señor acoja a los difuntos y consuele a sus familias y a quienes tuvieron que abandonar sus hogares”, dijo.
La Iglesia brasileña ha estado presente acompañando el drama de miles de personas. Al respecto, Leomar Antônio Brustolin, arzobispo de Santa María y presidente de la regional sur 3, señaló que todas las parroquias de esta jurisdicción “están abiertas para acoger a las personas sin hogar, alimentar a los que lo han perdido todo y atender las necesidades que surjan”.
“Como bien dice el Papa Francisco: somos comunidades que se parecen a un hospital de campaña, que ayuda inmediatamente a los necesitados”, añadió.
Expresó su pesar ante el estado de emergencia en Río Grande do Sul: “Nuestro corazón está turbado, nos preguntamos: ¿qué podemos aprender de todo esto? No tenemos respuestas”.
En este momento, en medio del dolor y la destrucción “nuestra fe en Cristo nos compromete a seguir creando lazos de solidaridad y amistad social, ya que podemos estar aislados, pero no aislados. Dios bendiga a todos los que decidieron convertirse en consuelo para los demás”.
Solidaridad de los obispos latinoamericanos
Desde el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) han expresado su solidaridad con las personas que lo han perdido todo, en especial, con toda la Iglesia local: “a sus comunidades, sacerdotes, religiosos y religiosas nuestro acompañamiento espiritual en esta situación y les agradecemos el esfuerzo que están realizando por acoger y asistir a los damnificados”.
Elevaron sus oraciones por todo el pueblo del sur de Brasil y abogaron por una “solidaridad afectiva y efectiva” que se transforme en acciones de “concientización para escuchar los gritos de la Tierra que se expresan en estos fenómenos climáticos”.
Se están recibiendo donativos – a través de la regional sur 3 del Episcopado brasileño – mediante una campaña para ayudar a los distintos municipios afectados, depositando a la cuenta 33685686001041 (CNPJ).
Signos de fe
La red eclesial de migración, refugio, trata y desplazamiento “Clamor” – capítulo Brasil – se adhiere al llamado de todos: “Es tiempo de oración, solidaridad y reconstrucción”.
“La Red vuelca su cariño y solidaridad de manera particular sobre los migrantes y refugiados del estado de Río Grande del Sur, los que ya vivían con esfuerzo un proceso de reconstrucción de sus vidas en nuestro país”, han señalado.
Consideran que frente a esta catástrofe socioambiental “la naturaleza está expresando las consecuencias del maltrato que viene recibiendo y que impacta en todos, especialmente en las poblaciones más vulnerables”.
“Los signos de fe son alentadores, el apoyo llega de todo el Brasil alimentando la esperanza y la fuerza que la generosidad pone en común para reconstruir juntos lo que tristemente fue devastado. Las familias que perdieron a sus seres queridos cuentan con nuestra oración en profunda solidaridad”, añadieron.
Foto: EFE