El papa Francisco ha continuado hoy, durante la audiencia general de los miércoles, su ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes. Si la semana pasada le tocó el turno a la primera de las tres virtudes teologales: la fe, hoy el Pontífice se ha detenido en la esperanza, que es “la respuesta que se ofrece a nuestro corazón cuando surge en nosotros la pregunta absoluta: ‘¿Qué será de mí? ¿Cuál es el destino del viaje? ¿Cuál es el destino del mundo?’“.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- PODCAST: Belleza trascendente entre rejas
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“Todos nos damos cuenta de que una respuesta negativa a estas preguntas produce tristeza”, ha proseguido Jorge Mario Bergoglio, para luego continuar: “Si no hay un sentido en el viaje de la vida, si no hay nada ni al principio ni al final, entonces nos preguntamos por qué debemos caminar: de ahí surge la desesperación humana, el sentimiento de inutilidad de todo. Y muchos podrían rebelarse: ‘Me he esforzado por ser virtuoso, por ser prudente, justo, fuerte, templado. También he sido un hombre o una mujer de fe…. ¿De qué ha servido mi lucha?'”.
Según ha expresado Francisco, “si falta la esperanza, todas las demás virtudes corren el riesgo de desmoronarse y acabar en cenizas. Si no hubiera un mañana fiable, un horizonte luminoso, solo quedaría concluir que la virtud es un esfuerzo inútil”.
Para el Papa, “el cristiano tiene esperanza no por mérito propio. Si cree en el futuro, es porque Cristo murió y resucitó y nos dio su Espíritu”. “La esperanza no emana de nosotros, no es una obstinación de la que queramos convencernos, sino que es un don que viene directamente de Dios”, ha completado.
Malas nostalgias
Como ha recordado el Pontífice, “la esperanza es una virtud contra la que pecamos a menudo: en nuestras nostalgias malas, en nuestras melancolías, cuando pensamos que las felicidades pasadas están enterradas para siempre”.
“Pecamos contra la esperanza cuando nos abatimos por nuestros pecados, olvidando que Dios es misericordioso y más grande que nuestros corazones -ha continuado-. Pecamos contra la esperanza cuando en nosotros el otoño no borre en nosotros la primavera; cuando el amor de Dios deja de ser un fuego eterno y nos falta la valentía de tomar decisiones que nos comprometen para toda la vida”.
Por eso, “¡el mundo de hoy tiene tanta necesidad de esta virtud cristiana!”. “Como también necesita tanto la paciencia, virtud que camina de la mano de la esperanza. Los seres humanos pacientes son tejedores de bien. Desean obstinadamente la paz, y aunque algunos tienen prisa y quisieran todo y todo ya, la paciencia tiene capacidad de espera. Incluso cuando muchos a su alrededor han sucumbido a la desilusión, quien está animado por la esperanza y es paciente es capaz de atravesar las noches más oscuras”, ha agregado.
Asimismo, Bergoglio ha recalcado que “la esperanza es la virtud del que tiene un corazón joven; y aquí, la edad no cuenta. Porque existen también ancianos con los ojos llenos de luz, que viven una tensión permanente hacia el futuro”.
Oraciones por Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar
En su saludo a los peregrinos de lengua española, ha pedido para que el Señor “aumente nuestra esperanza y nuestra paciencia, para ser artesanos de la paz y del bien en el mundo que tanto necesita de la virtud”.
Antes de despedirse, Francisco ha invitado “a todos a invocar la intercesión de María para que el Señor conceda la paz al mundo entero, especialmente a la querida y atormentada Ucrania, a Palestina, a Israel y a Myanmar”.