“No faltan perros y gatos, faltan hijos”. Es la contundente expresión que utilizó esta mañana el papa Francisco para denunciar la actual crisis demográfica que vive Occidente, deslizando a la par, el cambio cultural que se está produciendo en el seno de las sociedades. El Papa fue el encargado de presidir en la cumbre italiana ‘Estados Generales de la Natalidad’, celebrada en un auditorio romano.
“El problema no es cuántos somos en el mundo, sino qué mundo estamos edificando; no son los hijos, sino el egoísmo”, advirtió el Papa, sobre lo que definió como “malsanas interdependencias entre sistemas sociales, económicos y políticos”. En esta misma línea, alertó de que las casas “se llenan de cosas y se vacían de hijos, se convierten en lugares muy tristes”.
Rodeado de niños en el escenario, el pontífice argentino lamentó que “Italia está perdiendo progresivamente su esperanza en el futuro, como el resto de Europa: el Viejo Continente se transforma cada vez más en un continente viejo, cansado y resignado tan empeñado en exorcizar soledades y angustias que no sabe disfrutar de la verdadera belleza de la vida”. “El número de nacimientos es el primer indicador de la esperanza de un pueblo. Sin niños y jóvenes, un país pierde su deseo de futuro”, remarcó.
Con este diagnóstico sobre la mesa, llamó a los poderes públicos a emprender “políticas eficaces, opciones valientes, concretas y a largo plazo” para dar un vuelco a la pirámide demográfica. Tal es la preocupación de Francisco sobre esta cuestión que llegó a definir el contexto actual como una “hemorragia de vida”.
De hecho, subrayó que “ahora las inversiones que dan más beneficios son las fábricas de armas y los anticonceptivos, unos destruyen la vida, los otros la impiden”. “¡Qué triste!”, apostilló justo después.
Francisco aterrizó en la realidad cotidiana para denunciar cómo las mujeres se ven la encrucijada de “elegir entre el trabajo y el cuidado de los hijos” o el “lastre” que supone para las parejas jóvenes “la precariedad en el empleo y la imposibilidad de comprar una casa”.
A la par, también puso en valor el colchón de las familias, especialmente de los mayores. Así, compartió que “el futuro de hijos y nietos se construye también con las espaldas doloridas de años de fatiga y con los sacrificios ocultos de padres y abuelos, en cuyo abrazo está el don silencioso y discreto del trabajo de toda una vida”.