“¡Trabajen por la seguridad, la justicia y la paz en el Sahel!”. Es el encargo realizado por el papa Francisco a la Fundación Juan Pablo II para el Sahel, que cumple 40 años de compromiso eclesial con los países del África Occidental. Así lo expresa el pontífice en el mensaje que ha enviado al cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en el que llama a redoblar los esfuerzos para ser “voz de los que no tienen voz, la voz de los inocentes”.
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Para Jorge Mario Bergoglio, “el pueblo de Dios debe estar en primera línea, siempre y en todas partes, para responder al grito silencioso de los innumerables pobres en todo el mundo, especialmente en el Sahel, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos frente a tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas”. Francisco urge así a “identificar, promover y poner en práctica, con determinación, todas las iniciativas necesarias para la construcción de la justicia y la paz para el desarrollo humano integral y sostenible de todos los pueblos del Sahel”.
Vivir con dignidad
Sin embargo, en su texto, el Papa no se detiene solo en animar la labor de la Iglesia, sino que hace “un llamamiento a todos los actores, en África y en todo el mundo, especialmente a los responsables políticos y económicos”. “No es momento de esperar, ¡tenemos que actuar!”, recuerda el Papa, convencido de que “nadie puede negar el derecho fundamental de todo ser humano a vivir con dignidad y a alcanzar su pleno potencial”.
“Algunos países de esta región del África occidental -continúa el Papa- siguen experimentando crisis que amenazan cada vez más la paz, la estabilidad, la seguridad y el desarrollo”. “Estos fenómenos vinculados al terrorismo, la precariedad económica, el cambio climático y las luchas intercomunitarias, agravan la vulnerabilidad de los Estados y la pobreza de los ciudadanos, con la consiguiente migración de jóvenes”, denuncia justo después.
Francisco enmarca este desafío eclesial dentro del “cuidado de la casa común y el cuidado de cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios”. “Forman parte de la caridad y dan testimonio del amor de Cristo, signo vivo de la caridad”, asevera el Papa en su escrito. Por ello, comparte que “cualquier encuentro con una persona o un pueblo en situación de pobreza o vulnerabilidad nos provoca y nos interpela.