Roma acogió del 28 de abril al 2 de mayo el Encuentro ‘Párrocos por el Sínodo’, que reunió a 200 sacerdotes de todo el mundo en un espacio de escucha, oración y discernimiento. Celebrado en Sacrofano, a las afueras de la Ciudad Eterna, los participantes compartieron distintas experiencias sinodales que servirán para la redacción del Instrumentum laboris con vistas a la segunda sesión de la Asamblea del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en octubre. Además, los sacerdotes también tuvieron ocasión de conversar con el papa Francisco.
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Desde España, cuatro participantes: Teo Nieto, de Zamora; Miguel Ángel González, de Coria-Cáceres; Óscar Díaz, de Sevilla; y Blas Gordo, de Granada. Los tres primeros, nombrados por la Conferencia Episcopal y, el último, directamente llamado por la Secretaría del Sínodo. A su llegada a España, Vida Nueva toma el pulso a estos misioneros sinodales sobre lo vivido y, sobre todo, en relación con el recorrido futuro de este espíritu sinodal.
Teo Nieto llegaba a Roma como el sacerdote español con más parroquias a su cargo: 43. Eso sí, no está solo. El cura zamorano lleva años trabajando codo con codo con sor Avelina, religiosa del Amor de Dios, y juntos han creado un equipo misionero formado ahora por algunos sacerdotes más y una docena de laicos para la atención pastoral integral de sus pueblos en el Campo de Aliste. “Nuestro objetivo ha sido desempolvar de nosotros el estigma de la necesidad para pasar a la virtud. Juntos diseñamos la programación pastoral y la aterrizamos. No contamos solo con un equipo misionero para poder cubrir las necesidades litúrgicas de las comunidades, sino que estamos construyendo un equipo misionero desde la opción del trabajo compartido y con tres niveles: formación, dimensión social y liturgia”, explica Nieto. Y agrega: “Estamos preocupados por la situación de nuestros pueblos, tanto de las personas como de la realidad rural. Por eso, nos encargamos de lo concreto, como la visita a un enfermo o la ayuda con el pago de un recibo de la luz. Y de las necesidades estructurales, como la despoblación o la sanidad”.
Reunión semanal
De una pastoral de frontera a otra, la que lleva a cabo Miguel Ángel González, párroco de la iglesia de san Eugenio, en uno de los barrios más castigados de Cáceres, Aldea Moret. La sinodalidad es vivida en su parroquia mucho antes de que Francisco despertara la eclesiología del Vaticano II para recordar a los católicos que la Iglesia es sinodal. “Nuestra parroquia, además de tener el consejo parroquial y el consejo de asuntos económicos, cuenta con un equipo comunitario que nos sentamos semanalmente para ver cómo vamos caminando. La realidad es que llevamos años haciéndolo, pero el Sínodo nos ha servido también de impulso”, indica. Asimismo, “anualmente contamos con una asamblea parroquial abierta a todos los fieles. Fundamentalmente trabajamos en la pastoral de la salud y con los movimientos especializados de la acción católica, como la HOAC, porque somos un barrio obrero”, añade.
De Cáceres a Sevilla encontramos a Óscar Díaz, vicario de Evangelización en la Archidiócesis bañada por el Guadalquivir. Él joven sacerdote tiene claro que no ha ido a Roma en primera persona, sino como enviado de la diócesis, por “todo el trabajo que hemos hecho, y no solo desde que se iniciara la fase diocesana, sino mucho antes, desde el Congreso de Laicos”. Como párroco, Díaz mantiene que la sinodalidad puede vivirse desde lo pequeño, en lo concreto. “Para promover la comunión y la participación en una comunidad a veces basta con un gesto tan simple como ser acogedor, escuchar y acompañar a quien llega para hacerle partícipe”. “La toma de decisiones no puede hacerse sin tomar el pulso a la gente”, afirma.
Correas de transmisión
Sin salir de Andalucía, en Granada, Blas Gordo es el capellán del Santuario de las Angustias, patrona de la ciudad. El sacerdote vinculado a los focolares ha vivido su participación en el encuentro de párrocos como “un regalo del Espíritu”. “En mi parroquia hay una presencia bastante fuerte de las comunidades del Camino Neocatecumenal, una hermandad con mucha solera, además de los distintos grupos de formación y los distintos servicios parroquiales. Quizá toda esta actividad haya sido la razón por la que la Secretaría del Sínodo pensó en nosotros”, reconoce. En su grupo de trabajo, de habla hispana, trataron de ver cómo dar forma a la presencia del sacerdote en el consejo de pastoral de la parroquia. “En mi caso, al haber en la parroquia distintos carismas o formas de estar en la Iglesia, puedes aprender a acompañar, poniendo de relieve el valor que cada uno de los miembros de la comunidad tiene”, señala, para luego completar: “Todo el trabajo pastoral ayuda a los sacerdotes a vivir como hermanos en medio de los demás, no solo como padres que toman la iniciativa, sino como alguien que camina con los suyos”.