Sacerdotes en el frente de Ucrania, pero sin armas

  • El salesiano Oleh Ladnyuk desmiente a Vida Nueva que la movilización general incluya a los presbíteros
  • “No podemos combatir y, por el momento, todo el mundo parece entenderlo, incluidas las autoridades”

Oleh Ladnyuk en un entierro en Ucrania

Pese a que algunos medios han informado de que, dentro del programa de movilización general del Gobierno de Ucrania tras dos años haciendo frente a la invasión de Rusia, los sacerdotes pueden ser llamados para combatir en el ejército, el salesiano Oleh Ladnyuk lo desmiente a Vida Nueva. Siendo un hecho que “hay una guerra y la Iglesia no puede estar lejos de esta tragedia”, por lo que “no está en contra de la movilización al comprender el peligro de destruir toda una nación en el centro de Europa”, al mismo tiempo, tiene claro que “los sacerdotes no pueden tomar las armas y, por el momento, todo el mundo parece entenderlo, incluidas las autoridades”.



El religioso, uno de los 40 salesianos que hay en Ucrania (y que, pese al horror vivido, no se han planteado abandonar el país), ha evacuado en estos dos años a más de 500 niños de zonas especialmente afectadas y, desde que Vladímir Putin decretara la anexión de Donetsk y Crimea en 2014, ejerce habitualmente como capellán militar. Una figura que, especifica, conlleva ofrecer un acompañamiento espiritual a los soldados, pero nunca tomar parte en acción bélica alguna. “Actualmente, ningún miembro del clero, ya sea católico romano o greco-católico, se ha levantado en armas”, reitera.

Cuatro entierros en una semana

Sobre la situación crítica que vive su pueblo, entiende que el Gobierno de Volódimir Zelenski “ha aprobado la ley de movilización general porque es muy difícil para un Estado tan pequeño luchar contra el segundo ejército más grande del mundo, que está destruyendo ciudades enteras y gran parte de nuestra población. Solo la semana pasada tuve que enterrar a cuatro civiles atacados por drones”.

En este contexto, “nuestro patriarca, Sviatoslav Shevchuk, escribió una carta oficial a todo el clero de nuestra Iglesia. En ella explicaba la situación actual con la movilización y, basándose en los cánones de la Iglesia, explicaba cómo debe comportarse una persona consagrada durante las operaciones militares. Así, nuestra Iglesia puede unirse a la movilización a través de tres modos: acompañamiento espiritual, labor educativa y servicio social”.

Con carácter oficial

De este modo, “algunos miembros del clero católico han firmado contratos y se han convertido oficialmente en capellanes militares, pero ninguno de estos sacerdotes participa en operaciones de combate armado. Los capellanes solo realizan las actividades permitidas por el Código de Derecho Canónico: liturgia, consagración, conversaciones en torno a la fe y apoyo espiritual. Desgraciadamente, durante la guerra, las personas pierden su humanidad y sus principios morales, y es tarea de los capellanes evitar que esto ocurra”.

Con todo, Ladnyuk aclara que “no existen documentos oficiales que prohíban la movilización de sacerdotes para el ejército”. Aunque, afortunadamente, al menos por el momento, “existe la sensación de que las autoridades entienden que los sacerdotes no deben entrar en el ejército, con la excepción de los que han decidido voluntariamente convertirse en capellanes militares”. De cara a “las próximas semanas”, espera que “se apruebe una ley que regule la situación del clero durante las hostilidades”. Aunque es positivo que “ya se haya producido un debate entre las autoridades ucranianas y diversos líderes eclesiásticos sobre la cuestión, siendo lo ideal que esta se resuelva legalmente”.

Oleh Ladnyuk, sacerdote ucraniano, con el Papa

Con el Papa

Hace 15 días, Oleh Ladnyuk, junto a un grupo de fieles ucranianos, pudo reunirse personalmente con el papa Francisco, siendo una experiencia única: “Le regalamos dos cosas hechas por nuestros niños ucranianos: la primera era el dibujo de una niña cansada de la guerra, pero que no pierde la esperanza en la paz. La segunda era un proyectil militar usado y pintado por los chicos con adornos ucranianos, como símbolo de que incluso en tiempos de guerra los niños piensan en algo bonito”.

Este encuentro “fue un intento de recordar al Papa el gran sufrimiento experimentado por nuestra Iglesia y nuestro Estado, y la esperanza de que la Santa Sede siga haciendo todo lo posible para proteger a las personas más vulnerables en esta guerra”. Así, clamaron por “la liberación de los sacerdotes católicos encarcelados por Rusia, el regreso de los niños secuestrados en los territorios ocupados o la prevención de la toma de nuestras iglesias en los territorios ocupados por la Iglesia ortodoxa rusa”.

Al final de la reunión, a la que “asistieron civiles de los territorios de primera línea de Ucrania, dos de los cuales ya habían perdido sus hogares en Donetsk y Crimea en 2014”, “rezamos juntos el Ave María por la paz en el país”.

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