El Episcopado aprueba la Misa de la Tierra del Espíritu Santo celebrada durante más de 50 años y que ahora está a la espera del plácet definitivo del Vaticano
Inculturar la fe era esto. Los aborígenes australianos de la Diócesis de Broome están de enhorabuena: los obispos de Australia han aprobado la Misa de la Tierra del Espíritu Santo, una liturgia celebrada desde hace más de 50 años y que incorpora elementos de la lengua y la cultura indígena.
El Episcopado aprobó el pasado 7 de mayo el texto durante su Asamblea Plenaria gracias al trabajo realizado codo a codo entre la Comisión Episcopal para la Liturgia y la Comisión Episcopal para las Relaciones con los Pueblos Aborígenes. Con el ‘ok’ de los prelados del país, ahora será enviada al Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos para el ‘recognitio’.
“Tenemos que caminar con los aborígenes. Estoy muy contento de que después de un período tan largo de uso, la Misa de la Tierra del Espíritu Santo haya recibido el reconocimiento oficial de los obispos de Australia”, expresó, en declaraciones recogidas por la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Australiana, el obispo administrador de Broome, Michael Morrissey.
“Reconocemos que hay muchas culturas aborígenes en Australia y oramos para que todas sean guiadas por el Espíritu Santo para desarrollar la mejor manera de celebrar la Eucaristía de la manera más apropiada con su pueblo, dentro de la vida de la Iglesia”, agregó.
Antes de la aprobación de la nueva liturgia, los mitrados pudieron encontrarse con dos representantes de la parroquia de Bidyadanga (La Grange), Maureen Yanawana y Madeleine Jadai, que llegaron a Sydney para presentar una copia impresa a los obispos y expresarles su alegría. “Cantar a todo pulmón nos trae paz”, afirmó durante el acto Yanawana.
“Nos gustaría verlos a ustedes, a todos nuestros obispos, ponerse en nuestros zapatos, ser invitados a sentarse alrededor de nuestra gente, tener paciencia y simplemente escuchar”, añadió.
Esta misa ha contado tradicionalmente con el respaldo episcopal, puesto que ha llegado a ser celebrada incluso por el nuncio apostólico en Australia, el arzobispo norteamericano Charles Balvo. De hecho, en mayo de 1973, el entonces obispo de Broome, John Jobst, dio permiso oficial para su celebración ‘ad experimentum’.
Desde entonces, la Misa de la Tierra del Espíritu Santo se conoce también como Missa Bidyadanga/Indigena/Kimberley y se celebra semanalmente en comunidades remotas en la región de West Kimberley en Australia Occidental.
Los fallecidos sacerdotes Kevin McKelson y Tommy Dodds y otros aborígenes de cinco comunidades indígenas locales tradujeron la versión inglesa de la Misa del Rito Romano a cada uno de los cinco grupos lingüísticos hablados en la comunidad: Garadyari, Nyangumada, Yulbaridya, Dyuwaliny y Mangala. Con el apoyo del obispo Jobst, el padre McKelson perfeccionó y desarrolló los textos de la Misa según las necesidades de la comunidad.
La Misa de la Tierra del Espíritu Santo actual fue publicada por Liturgy Brisbane en 2018 después de haber sido estudiada y corregida por un grupo de liturgistas consultores de la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal.
Esta celebración incorpora distintos elementos culturales indígenas, especialmente en la música con la introducción de instrumentos, como el didyeridu. La atención se centra también en la oralidad, con cantos repetitivos, palmas y el uso de palos durante las procesiones.
El Consejo Católico Nacional Aborigen la describió como una “Misa distintiva que amalgama maravillosamente la tradición católica con la cultura aborigen, creando así una celebración de fe única que ha servido a la diócesis durante más de cinco décadas”.
“La Misa de la Tierra del Espíritu Santo no es simplemente una práctica litúrgica sino un testimonio de la conexión profundamente arraigada entre nuestra fe y el rico tapiz de la cultura aborigen. Simboliza un puente que une nuestras creencias espirituales con la sabiduría ancestral de los custodios originales de la tierra”, dijo el Consejo, que representa a 133.000 indígenas, en su carta de respaldo presentada a los obispos.
Y añadió: “Es una expresión tangible del compromiso de la Iglesia de reconocer y valorar las dimensiones espirituales y culturales de la vida de los pueblos indígenas, fomentando así un ambiente de inclusión y respeto”.