El momento central de la visita pastoral del papa Francisco a Verona ha sido su participación en el Encuentro ‘Arena de la Paz – Justicia y Paz se besarán’. La espectacular Arena de Verona, el anfiteatro romano, acogió la cita con el pontífice que respondió a cinco preguntas que le formulan algunos representantes de las distintas Mesas de Trabajo del encuentro. Una cita que como describen los participantes: “imaginamos Arena 2024 como el inicio de un viaje generativo multifacético y permanente, conscientes de que la paz hay que promoverla, prepararla, cuidarla, vivirla y organizarla”.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- PODCAST: Desde un ecumenismo real
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Participación e implicación
“La cultura fuertemente marcada por el individualismo corre siempre el riesgo de hacer desaparecer la dimensión de comunidad, de los vínculos vitales que nos sostienen y nos hacen avanzar”, apuntó. Para el Papa, la desafección por la política debe combatirse desde el sentido comunitario que es la raíz de las dictaduras de quienes se sienten héroes solitarios lo que es una visión empobrecida del liderazgo. “Nadie existe sin los demás, nadie puede hacerlo todo solo. Así pues, la autoridad que necesitamos es, en primer lugar, la que es capaz de reconocer sus propias fuerzas y limitaciones y, a continuación, la que sabe a quién pedir ayuda y colaboración”.
Para el Papa, “para construir procesos de paz sólidos, la autoridad de hecho sabe valorar lo que hay de bueno en cada uno, sabe confiar y permite así que las personas se sientan capaces de aportar a su vez una contribución significativa”. “Este tipo de autoridad fomenta la participación, que a menudo se reconoce insuficiente tanto en cantidad como en calidad”, apeló. Para Bergoglio “un gran desafío hoy es despertar en los jóvenes la pasión por la participación”, recalcó el Papa que pidió no invitar esta palabra y el empeño de hacer las cosas juntos, un pueblo en el que cada uno aporta lo suyo que es más que la suma de cada uno: “1+1=3 es el milagro de trabajar juntos”.
Cambiar el paso
“Es el Evangelio el que nos dice que nos pongamos del lado de los pequeños, de los débiles, de los olvidados”, destacó Francisco. “Con sus acciones Jesús rompe convenciones y prejuicios, hace visibles a las personas que la sociedad de su tiempo ocultaba o despreciaba, y lo hace sin querer sustituirlas, sin instrumentalizarlas, sin privarlas de su voz, de su historia, de sus experiencias” destacó ante la intervención de los representantes de la mesa de trabajo sobre las migraciones. “Para poner fin a todas las formas de guerra y violencia, debemos estar al lado de los pequeños, respetar su dignidad, escucharlos y garantizar que sus voces puedan oírse sin ser filtradas”, añadió citando los documentos del encuentro o la experiencia de los niños esclavos.
Bergoglio denunció la indiferencia –bromeó con crear el Premio Nobel de Poncio Pilato porque “somos maestros en lavarnos las manos”– e invitó a una “conversión”, un cambio de mentalidad que comienza por “reconocer que no somos el centro, ni tampoco nuestras ideas y visiones. Y luego aceptar que nuestro modo de vida se verá inevitablemente afectado y cambiado”. Para él, “cuando estamos al lado de los pequeños nos sentimos ‘incómodos’, los pequeños nos tocan el corazón. Caminar con ellos nos obliga a cambiar el paso, a revisar lo que llevamos en la mochila, a aligerarnos de muchos pesos y lastres y hacer sitio a cosas nuevas. Por eso es importante vivir todo esto no como una pérdida, sino como un enriquecimiento, una poda sabia, que quita lo que no tiene vida y potencia lo que es prometedor”, apuntó invitando a seguir el ejemplo de los abuelos y como estos a veces son descartados.
Ralentizar la carrera
Francisco lamentó los amplios beneficios de la fabricación de armas que impiden la desmilitarización e instó a cuidar la paz. Ante las respuestas inmediatas que exige la sociedad o la revolución digital, “a veces es necesario saber ralentizar la carrera, no dejarse abrumar por las actividades y dejar espacio en nuestro interior a la acción de Dios”, “recalibrar nuestras expectativas y acciones adoptando un horizonte más profundo y amplio” porque la paz se hace en el diálogo y el respeto a los otros. “El enorme desafío que tenemos ante nosotros es ir contra corriente para redescubrir y preservar estos ritmos naturales. Para poder hacerlo, es importante construir los contextos en los que esto pueda experimentarse, es decir, las relaciones y los lugares. Y no tenemos que inventarlo todo desde cero; al contrario, en muchas otras culturas podemos encontrar tesoros de sabiduría y experiencia que podemos aprovechar” con la paciencia necesaria para construir la paz con el diálogo.
Ante una intervención de Andrea Riccardi de la Comunidad de Sant’Egidio, el Papa denunció que “la ausencia de conflictos no significa que haya paz, sino que se ha dejado de vivir, de pensar, de gastarse por aquello en lo que se cree”. Para el pontífice los conflictos no se superan solos y al salir de ellos nos permiten avanzar, ser mejores… Ante la tentación de ignorar los conflictos y tensiones, advirtió que “el resultado final de esta forma de vivir los conflictos es aumentar la injusticia y generar reacciones de malestar y frustración, que pueden desembocar incluso en gestos violentos”. “Otra respuesta miope es intentar resolver las tensiones haciendo prevalecer uno de los polos, reduciendo la pluralidad de posiciones a una única perspectiva”, añadió, denunciado que es un suicido cultural.
Sin miedo al conflicto
Por ello, reclamó, “el primer paso para vivir las tensiones y los conflictos de forma sana es reconocer que forman parte de nuestra vida, que son fisiológicos, cuando no cruzan el umbral de la violencia. Por tanto, no hay que tenerles miedo”. Luego, hay que “buscar en un conflicto las razones de cada parte, las que emergen y, si se tiene éxito, también las que se mantienen ocultas, de las que no se es plenamente consciente”. “Esto es posible a través del diálogo, que está hecho de escucha atenta, de silencio que permite madurar lo vivido, de palabras reflexionadas”, añadió, porque “el diálogo y el respeto pueden madurar cuando empezamos a hacer algo juntos, cuando unimos nuestras manos ante los pensamientos”. “Una sociedad sin conflictos es una sociedad muerta, una sociedad donde se esconden los conflictos es una sociedad suicida, pero una sociedad donde se afrontan los conflictos y se dialoga es una sociedad con futuro”, añadió.
Ante el testimonio de un israelí y un palestino, el Papa invitó con el silencio a contemplar el testimonio de estos dos jóvenes emprendedores que se abrazaron algo que propuso como proyecto y más tras perder a algunos familiares. También invitó a pensar en los niños y su futuro ya que en las guerras que “pierden la sonrisa” o en el empeño de los ancianos. “Recemos por la paz y pidamos a estos hermanos que lleven este empeño a sus pueblos. Gracias hermanos”, añadió.
“El mundo necesita mirar a las mujeres para encontrar la paz”, clamó ante el testimonio de unas madres que son “valientes constructoras de puentes entre israelíes y palestinos”, tejedores del diálogo en Tierra Santa que debe llegar a todos los organismos y líderes mundiales sin ideologías. “La paz se hace con los pies, las manos y los ojos de los pueblos implicados”, insistió. “No sembremos muerte, destrucción, miedo. Sembremos esperanza”, pidió a los presentes. “No os rindáis. No os desaniméis. No os convirtáis en espectadores de la llamada guerra así considerada ‘inevitable’. Como decía el obispo Tonino Bello: ¡Levantaos constructores de paz!”, concluyó.