“Fue una decisión firme: tenía que salir. Sobre todo, para no pertenecer a esta secta, por nada del mundo”. Es la reflexión que comparte sor María Amparo, la religiosa clarisa que el pasado martes decidió abandonar el convento de Belorado después de que sus hermanas de comunidad decidieran romper con la Iglesia católica y se pusieran bajo el paraguas del falso obispo excomulgado Pablo de Rojas.
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En una entrevista al ‘Diario de Burgos’, desde el monasterio de Castil de Lences donde ha sido acogida, desvela que se encuentra “muy bien, tranquila, pero con mucho dolor”. La veterana clarisa explica decidió abandonar la que hasta ahora era su casa “cuando vi el plan que nos proponía el señor Pablo de Rojas”. “Nos dicen que vayamos al locutorio a las 16:30 de la tarde y se presenta diciendo que es obispo de no sé qué. Dice: ‘desde ahora, yo soy el superior, el que manda en la comunidad, y ustedes están bajo mi jurisdicción’”, relata esta consagrada que lleva 62 años como consagrada, dos décadas en Belorado.
Careo con el falso obispo
Ante la imposición del falso obispo, sor María Amparo dio un paso al frente: “Yo me levanté y le rebatí bastante”. La religiosa cuestionó su autoridad, mostró su obediencia a la Iglesia y al Papa Francisco. “Le dije también que no era lícito plantear este asunto sin haber tenido una reunión del capítulo, y me dijo que era una decisión que ‘estaba tomada desde hacía mucho tiempo y que todas estaban de acuerdo’”, agregó.
Sor María Amparo admite que “al final, me dijo que, si yo no aceptaba estar bajo su jurisdicción, tendría que marcharme, así de tajante”. Después de tres días sin misa y de sufrir “una vigilancia total” para que no hablara con las monjas mayores, se marchó. Al comunicárselo a sor Isabel de la Trinidad, la madre abadesa, le dijo que “lo hiciera tranquilamente”.
Un ‘fantoche’
Sobre la presencia de Pablo de Rojas en el convento de Belorado, la monja subraya que “lo vi por primera vez el domingo día 12 en el locutorio”. “Hace unos años lo vi en una revista, y me pareció, con perdón, un ‘fantoche’, como dijimos muchas, al ver aquello. En ese momento nadie creía en esto. Esto se ha fraguado poco a poco”, deja caer en la entrevista al ‘Diario de Burgos’.
Además, sor María Amparo tumba la legitimidad de la decisión adoptada, en teoría por la comunidad: “Me ha extrañado que hayan tomado una decisión tan seria sin contar con el capítulo de la comunidad”. “No se puede tomar una decisión de estas sin contar con el capítulo, y no ha habido ninguna reunión”, remarca, para sentenciar a continuación: “Me lo han dado todo hecho”.
De la misma manera, la clarisa desmiente que la comunidad haya estado abandonada por parte de la Iglesia. Es más agradece la labor de los dos capellanes, especialmente a don Ángel, “porque mejor no se ha podido portar con nosotras”.
Preguntada por los problemas económicos de su comunidad, sor María Amparo se mantiene al margen: “Yo no sé nada de eso”. “Generalmente, las cuentas las llevan entre las discretas”, apunta refiriéndose a las religiosas que ejercen el gobierno del convento junto a la abadesa. Pero insiste: “De los problemas que están diciendo en la televisión que hay, yo no tengo ni idea”.