Pese a que a lo largo de los días previos se iban conociendo extractos de la entrevista, grabada en Santa Marta el 24 de abril, ha sido en la noche de este 20 de mayo cuando la cadena estadounidense ‘CBS’ ha emitido íntegramente su charla entre el papa Francisco y su presentadora Norah O’Donnell. En ella se aprecia al sucesor de Pedro en esencia (“todos somos fundamentalmente buenos”) y se abordan distintos temas de actualidad, como las reacciones encontradas en el seno de la Iglesia tras la aprobación de la declaración ‘Fiducia supplicans’ y, concretamente, sobre las bendiciones a personas homosexuales.
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En este punto, Bergoglio recuerda lo que ya ha manifestado en otras ocasiones. Por un lado, que “la homosexualidad no es un delito”, sino “un hecho humano”. En este sentido, en el seno de la Iglesia, donde se abraza a cada persona, “la bendición es para todos”. Pero, al mismo tiempo, el Pontífice recalca que este bálsamo espiritual ofrecido a la persona no incluye a “la unión homosexual”, pues esto va en contra de “la ley de la Iglesia”.
El sacramento es intocable
En definitiva, “lo que permití [con ‘Fiducia supplicans’] fue no bendecir la unión. Eso no se puede hacer porque ese no es el sacramento. No puedo. El Señor lo hizo así. Pero bendecir a cada persona, sí. La bendición es para todos. Para todo el mundo. Bendecir una unión de tipo homosexual, sin embargo, va en contra del derecho otorgado, en contra de la ley de la Iglesia. Pero, para bendecir a cada persona, ¿por qué no? La bendición es para todos. Algunas personas se escandalizaron por esto. Pero, ¿por qué? ¡Todos! ¡Todos!”.
Otra cuestión sobre la que el Papa se manifiesta últimamente con asiduidad y que ha estado presente en la entrevista es la gestación subrogada: “Se ha convertido en un negocio, y esto es muy malo”. Al ser algo “no autorizado”, para Francisco, la mejor alternativa a la hora de buscar una maternidad cuyo propio cuerpo niega es “la adopción”. Y es que, si bien los deseos de las personas son importantes, no se debe eludir el trasfondo “moral” de la cuestión: “Yo diría que en cada caso la situación debe ser considerada cuidadosa y claramente, consultando médicamente y luego también moralmente. Creo que hay una regla general en estos casos, pero hay que ir a cada caso en particular para valorar la situación, siempre y cuando no se salte el principio moral”.
Críticas internas
En cuanto a las críticas internas recibidas desde ciertos ambientes eclesiales, el Santo Padre señala que “conservador es aquel que se aferra a algo y no quiere ver más allá de eso. Es una actitud suicida. Porque una cosa es tener en cuenta la tradición, considerar situaciones del pasado, y otra muy distinta es encerrarse en una caja dogmática”.
Cuestionado sobre O’Donnell sobre el hecho de que él sea considerado “más abierto y tolerante que otros líderes anteriores de la Iglesia”, Francisco responde que “hay que estar abiertos a todos. La Iglesia es así: todos, todos, todos. ‘¿Ese fulano de tal es un pecador…?’. Yo también soy un pecador. ¡Todos! El Evangelio es para todos. Si la Iglesia pone un funcionario de aduanas en la puerta, esa ya no es la iglesia de Cristo. Todos”.
Sin perder la esperanza
Por ello, Bergoglio llama a la esperanza: “Ves tragedias, pero también ves tantas cosas hermosas. Ves madres heroicas, hombres heroicos, hombres que tienen esperanzas y sueños, mujeres que miran hacia el futuro. Eso me da mucha esperanza. La gente quiere vivir. La gente sigue adelante. Y la gente es fundamentalmente buena. Todos somos fundamentalmente buenos. Sí, hay algunos pícaros y pecadores, pero el corazón mismo es bueno”.
Eso sí, el Papa no ignora cuáles son las nubes oscuras que ensombrecen el panorama… Fundamentalmente, las que provienen de la violencia entre naciones que deben relacionarse en clave de fraternidad. De ahí su llamada urgente a los líderes de esas naciones (la presentadora le pregunta concretamente por el presidente ruso, Vladímir Putin): “Por favor, países en guerra, todos, deténganse. Detengan la guerra. Deben encontrar una manera de negociar la paz . Luchar por la paz. Una paz negociada siempre es mejor que una guerra sin fin”.
Crisis en Gaza
En cuanto a la crisis en Gaza desde que Israel respondiera con toda su fuerza al atentado perpetrado por Hamás en su suelo, causando decenas de miles de víctimas, Francisco muestra su hondo pesar: “Toda ideología es mala, y el antisemitismo es una ideología, y es mala. Cualquier ‘anti’ siempre es malo. Se puede criticar a un Gobierno u otro, al Gobierno de Israel, al Gobierno palestino. Puedes criticar todo lo que quieras, pero no ser ‘anti’ con un pueblo. Ni antipalestino ni antisemita. No”.
Ante otro fenómeno que marca nuestro tiempo y del que el Papa habla constantemente, la inmigración, en esta entrevista reitera que “es algo que hace crecer a un país”. Sin embargo, la realidad es que “los inmigrantes a veces sufren mucho. Sufren mucho”.
Pura locura
Y todo debido a políticas como las que, en Estados Unidos, en Texas, su Gobierno regional impulsa al tratar de cerrar una organización católica que, en la frontera con México, ofrece asistencia humanitaria a inmigrantes n situación irregular. Algo que horroriza a Bergoglio: “Eso es una locura. Pura locura. Cerrar la frontera y dejarlos ahí, eso es una locura. Hay que recibir al migrante. Después verás cómo vas a tratar con él. Tal vez haya que devolverlo, no lo sé, pero cada caso debe ser considerado con humanidad”.
Para el primer papa jesuita y proveniente de América Latina, es indignante observar cómo “¡la gente se lava las manos! Hay tantos Poncio Pilatos sueltos por ahí, que ven lo que está pasando: las guerras, las injusticias, los crímenes… ‘Está bien, está bien’, y se lavan las manos. Es indiferencia. Eso es lo que sucede cuando el corazón se endurece y se vuelve indiferente. Por favor, tenemos que conseguir que nuestro corazón vuelva a sentir. No podemos permanecer indiferentes ante semejantes dramas humanos. La globalización de la indiferencia es una enfermedad muy fea. Muy fea”.
La lacra de los abusos
Aquí, por supuesto, Francisco no mira hacia otro lado cuando en su casa, en la Iglesia, toca hacer frente a la herida más sangrante: el flagelo de la pederastia en el seno eclesial. Reconoce lo avanzado estos años, pero es exigente al sostener que “se debe seguir haciendo más. Lamentablemente, la tragedia de los abusos es enorme. Y, contra esto, hay que una conciencia recta, no solo para no permitirlo, sino para poner las condiciones para que no suceda”.